Aún no ha finalizado la mudanza, prevista para finales de este año, y la ciudad de Huesca ya percibe que los efectos negativos del cierre del cuartel Sancho Ramírez empiezan a revertir. La reapertura de las instalaciones, supondrá el traslado de unos 750 militares y sus familias que harán vida en la capital del Alto Aragón, que, por otra parte, lleva ya tiempo preparándose para hacer frente a la demanda de servicios que exigirá el incremento de población. Sobre todo en el barrio del Perpetuo Socorro, en el que está ubicado el recinto castrense. Y es que se esté a favor o en contra de la servidumbres que supone la presencia de estas instalaciones en las ciudades tienen su efecto en la economía local. Ya solo con la readaptación de los edificios y el transporte de material se ha generado actividad. En Aragón, el Ejército es la empresa que más empleados tiene, detrás de la factoría de PSA.