Feliz Año Nuevo. La fotografía de Chus Marchador que ilustra este artículo y que fue la portada de la edición de papel de este diario del último día del año 2020 ha viajado por muchos comentarios de las redes sociales en los últimos días. Fue el último instante del Pleno de las Cortes de Aragón en el que se aprobaron los Presupuestos de la comunidad para este 2021, las cuentas del covid que lograron el apoyo más alto de la democracia. De ahí que el presidente del Gobierno aragonés, Javier Lambán, se acercara al escaño del líder de Ciudadanos, Daniel Pérez, para chocar el brazo por cuanto la formación política que no quiso saber nada con el PSOE cuando hace ahora año y medio se formó el Gobierno aragonés, hoy es uno de los apoyos del cuatripartito más Izquierda Unida. Una foto con muchos matices, pues la escena se produce ante la atenta mirada de Nacho Escartín, de Podemos, y la del presidente de Chunta Aragonesista (al fondo), Joaquín Palacín, ambos partidos codirigiendo el Ejecutivo con PSOE y PAR.

Llevamos diciendo muchos meses que la sintonía que se ha creado en Aragón en torno a la política autonómica es la mejor forma de intentar salir adelante después de los mazazos que nos está dando la pandemia, y que parece que está empeñada en seguir dando, al menos en plazos cortos de tiempo. Y nada mejor que un presupuesto modernizador, basado en la estrategia de recuperación avalada por todas las fuerzas políticas parlamentarias de Aragón (salvo los ultras de Vox), los empresarios, los sindicatos y los municipios de la comunidad para seguir demostrando que la apuesta del territorio se puede hacer entre todos. Aunque el jefe del proyecto esta vez sea un socialista llamado Carlos Pérez Anadón.

Los populares de Luis María Beamonte han tenido miedo de votar a favor de este presupuesto (e incluso de abstenerse). Se sienten incómodos ante tanto consenso y solo han aireado el pesimismo y las deudas para votar discretamente con la ultraderecha. Queriendo, además, dejar claros matices ideológicos que en estas circunstancias tienen menos sentido. Hoy en este mismo diario, el presidente Lambán explica en una entrevista que «los espacios en donde se hace política cada vez están más constreñidos», señalando que aunque hay diferencias entre socialistas y populares, las medidas europeas puestas en marcha para hacer frente a la pandemia se han hecho por la unión de socialdemócratas, conservadores y liberales. E incluso llama la atención sobre el hecho de que la presidenta de la Comisión Europea sea una conservadora, Ursula Von der Leyen, igual que la líder alemana Angela Merkel. Pero el PP aragonés, en línea con el nacional que dirige Pablo Casado, ha preferido decir que estas cuentas son »inservibles e inútiles para solucionar problemas» y seguir en ese espacio de la antigua oposición.

Sin embargo deberían los dirigentes del PP volver a mirar la fotografía del saludo entre Lambán y Pérez Calvo. Porque esa línea de colaboración abierta por el partido de Inés Arrimadas en muchas comunidades --justo en las que no gobierna-- supone otras formas de entender la política. Es cierto que las elecciones autonómicas, municipales y generales están aún lejanas, pero se divisa algo de lo que se puede fraguar en unos años si la colaboración en tiempos de pandemia sale bien. La mirada de reojo de Escartín, de Podemos, no es para despreciar. El partido de Pablo Iglesias en Aragón no es lo virulento, ideológicamente hablando, que a nivel nacional y muchos son los que opinan que de haber continuado en Aragón Pablo Echenique la relación entre los partidos hoy en la DGA probablemente no podría haber sido la misma. Pero en el cuatripartito saben muy bien que la ruptura, si llegara a producirse, solo vendría por el lado de Podemos y los socialistas saben ya por dónde buscar alternativa. Por eso CHA también mira atentamente la entente PSOE-Cs.

Pero a día de hoy, las intenciones por parte de todos están muy claras en Aragón. La estrategia de recuperación que sigue su curso de cumplimiento, los proyectos europeos que van en línea con lo que en Aragón están haciendo muchas empresas privadas, con el apoyo de lo público, y la apuesta del Ejecutivo por los servicios públicos y por todo lo social, son el mejor guion para seguir modernizando el territorio e intentar que nadie se quede atrás. Fue bueno el apoyo casi unánime para intentar salir del agujero al que nos llevó el coronavirus, y el año nuevo (aunque sea con la gran incógnita de si llega o no la cuarta ola y de si la vacuna será o no efectiva) empieza al menos con un presupuesto autonómico aprobado en tiempo y forma, y fuertemente expansivo, con otras cuentas a nivel nacional que van en la misma línea, con la UE concienciada en que hay que apostar por cualquier cuestión que no sea la austeridad y con muchos partidos y colectivos que no tienen ningún rubor en seguir mostrando públicamente ese consenso para seguir saliendo adelante. A eso hay que aferrarse. Aragón tiene diseñados sus proyectos estratégicos desde hace tiempo y afortunadamente remamos en buena dirección con las directrices que llegan de Europa. Que los de aquí no pongamos más piedras en el camino.