Dijo lo que muchos queríamos oír. Que se paran los desmanes y que se dará vida a ideas y talantes democráticos, progresistas, dialogantes, independientes del imperio y lejos de la guerra y la imposición. A muchos nos gustaría ver cuanto antes las promesas para Teruel, de la nueva cultura del agua, el apoyo a la educación, del diálogo y el respeto a las autonomías, el impulso a la Expo, o la libertad sexual. Si estas cosas son llevadas a cabo con espíritu de concordia, y no de venganza y limpieza del pasado como empezaron otros, estará justificada la ilusión que muchos sentimos ahora con un nuevo Gobierno para el país, desde la más absoluta independencia de un partido. Algunas de estas promesas también las hizo Aznar. Fueron las primeras de las muchas mentiras que le caracterizaron. Pero lo que necesitamos ver es un cambio de actitud. Que simbolice un cambio de valores cotidianos, un modo de entender a los individuos y la colectividad, fe en el pensamiento libre, la democracia y la cooperación. Valores de un republicanismo que hizo escuela e historia en el que los ciudadanos son libres y responsables de las decisiones. Aragón espera el Canfranc, el Vignemale, el agua y la Expo. Respeto e ilusión. *Periodista