El aeropuerto de Zaragoza se consolida por segundo año consecutivo como la pista aérea con más tráfico de mercancías por detrás de Barajas. Supera a otras terminales de gran importancia, como el Prat de Barcelona. En el 2019 se movieron más de 182.000 toneladas de carga, casi un 10% más que en el ejercicio anterior. Este crecimiento es exponencial y cada año supera al anterior. Este es el mejor síntoma del potencial económico y la vitalidad empresarial de la capital aragonesa y su entorno, beneficiado por su situación geoestratégica y por las políticas de apuesta por la logística que están dando sus frutos. La radicación de grandes empresas en Aragón, como Inditex o Caladero, han permitido este fuerte impulso al aeródromo de Zaragoza, desde el que cada día aterrizan y despegan decenas de aviones con origen y destino a todos los continentes del planeta. Esta es la senda a seguir y aunque las perspectivas de futuro son optimistas, conviene no descuidarse ante la fuerte competencia de otros polos pujantes como pueden ser Vitoria o la propia Barcelona. Además, si se impulsan las estructuras ferroviarias esta legislatura, con el corredor cantábrico-mediterráneo, el aeropuerto zaragozano puede seguir consolidando esta posición privilegiada.

La cruz sigue siendo el tráfico de pasajeros, con un aeropuerto que sigue ocupando puestos de medianía en el ránking de las pistas de Aena. La misma situación geoestratégica que beneficia a la estructura zaragozana para consolidarse como terminal de carga, le perjudica en el aspecto turístico, por su cercanía con Madrid y Barcelona y las buenas comunicaciones con ambas capitales tanto por tren como por carretera. A pesar de ello, y a pesar también del esfuerzo que se hace desde las administraciones públicas por atraer aerolíneas de pasajeros, no es suficiente. Ese es el borrón en el que se debe seguir trabajando: hacer del aeródromo zaragozano una sede atractiva para las compañías.