José Luis Rodríguez Zapatero ha declarado que Ciudadanos fue uno de los peores experimentos en democracia. Es una autoridad en la materia. Entre sus logros están el mantenimiento de la burbuja inmobiliaria y la negación de la crisis, la Alianza de Civilizaciones con Erdogan y la destrucción de la financiación de la televisión pública, por no hablar de su mediación en Venezuela.

Se cumplen 15 años de uno de sus pocos aciertos indiscutibles, la ley del matrimonio homosexual, y 10 de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. El argumento que cifra en la sentencia el arranque del procés es una mentira, pero es una mentira alentada por Zapatero, que prometió apoyar el Estatut que saliera del Parlament. El Parlamento español pulió algunos artículos, se celebró un referéndum con un 73% de apoyos al sí (Esquerra Republicana y el PP pidieron el no; la abstención superó el 50%), el PP presentó un recurso de inconstitucionalidad. 14 de los 223 artículos fueron suprimidos. Los artículos anulados separaban la justicia española de la catalana y expulsaban de Cataluña al defensor del pueblo. El TC eliminó la preeminencia del catalán sobre el castellano (la lengua materna de la mayoría de los catalanes). Que un tribunal de una democracia constitucional pueda matizar algo votado en un referéndum sorprende a algún analista que no tiene tiempo para leer noticias internacionales. Para otros, que el TC evitara una reforma encubierta de la Constitución fue una ruptura de la lealtad: qué cosas. Antes de la sentencia, un editorial conjunto apareció en 12 periódicos catalanes para presionar al TC. La idea central es conocida: unos catalanes tienen más derechos que otros y las leyes que deben cumplir los demás españoles no se aplican a los nacionalistas.

Como recordaba Rafa Latorre, fue la justicia lo que paró el golpe de 2017: la justicia era casi lo único que quedaba del Estado. Cuando los nacionalistas mandan, solo importa el poder; cuando su poder no basta para quebrar la ley, disimulan con lloriqueos.

El desagrado que provoca Cs en Zapatero y en los nacionalistas supuestamente moderados hace que su fracaso resulte más lamentable. Lo que molesta era que desvelaba la coartada que permite a los nacionalistas sentirse moralmente superiores: mostraba que son una minoría que viola derechos de una mayoría más pobre y menos representada.

Zapatero dice ahora que España necesita más ministros catalanes y vascos: quiere decir nacionalistas, porque los otros cuentan menos. Propone que haya independentistas en el gobierno. Es posible que piense que no pueden ser más dañinos para el Estado de lo que fue él. Quizá peque otra vez de optimismo antropológico. H @gascondaniel