La Feria del Libro de Teruel estaba a punto de celebrarse presencialmente cuando, en el último momento, las cifras covid la derivaron a la modalidad virtual. Organizadores y libreros supieron reponerse y el programa se llevó a cabo. Mi mano a mano con Fermín Bocos en torno a la novela y el thriller se mantuvo a la hora prevista con moderación de la también escritora Patricia Artero, pero no en el escenario real, en La Glorieta, bajo el sol de Teruel, sino en ese zoom que comienza a ser como una segunda vivienda con el patio lleno de entradas y la puerta abierta a interacciones y preguntas de los lectores.

Disfruté mucho de nuestra conversación porque Fermín Bocos, maestro de la oratoria, es un cultísimo hombre de letras y en paralelo un periodista en permanente y preocupada ocupación con la realidad. Su última novela, Algo va mal, anticipa en su mismo título que los finales felices comienzan a ser recurso del pasado y que el triunfo del mal no es hoy, ahora, en este presente pandémico y líquido, en esta sopa de bacterias y dudas excepción o rareza sino que, acaso de la mano de poderes secretos, ocultos, perversos, de inconfesables alianzas y mafias, elemento permanente de cambio a peor.

La banalización de la violencia, la permeabilidad de las fronteras al ingreso y residencia de nuevos extremismos y lacras están convirtiendo nuestras sociedades occidentales en lugares cada vez menos estables. Piensa Bocos, y estoy con él, que la novela negra debe analizar y criticar la sociedad de su tiempo con realismo, acaben como acaben sus episodios, estafas, asesinatos, pero me gustaría seguir pensando que una cierta justicia, eso que vagamente llamamos el bien, auxiliado por la razón, la inteligencia, la experiencia, pudiera seguir venciendo a eso que llamamos el mal, de la misma manera que hace un siglo Sherlock Holmes, Hercules Poirot, Maigret o Sam Spade lograron rebatir con su valor y las armas de la ciencia y de la lógica los sanguinarios argumentos del crimen.

En cualquier caso, muchos tenemos la inquietante sensación de que «algo va mal» y de que nadie sabe muy bien cómo aplicar soluciones urgentes a la escalada de pandemias, injusticias y muertes.

Al menos, estuvimos con libros, libreros y lectores en Teruel…