Caca vez que se aproximan procesos electorales de las múltiples y ricas variedades que gozamos los países democráticos, se produce un fenómeno especialmente curioso, que en mi opinión sería digno de un análisis socio-económico-lúdico-promocional y trepístico (perdón por el vocablo) detallado, que requeriría un tiempo del que no disponemos y de un espacio periodístico que no sabemos si nos van a conceder.

Ante tantas anomalías, colocaciones, descolocaciones, subidas y bajadas de puesto y numero de los componentes de las diferentes listas, los listeros (aquellos que hacen las listas), tienen verdaderos problemas y dificultades para acoplar en lugar apropiado a muchos personajes propuestos por los listadores (aquellos que dicen a quien hay que poner en las listas).

GRAN PARTE de los listantes, sin bagaje político alguno, ocupan puestos de privilegio por razones difíciles de entender, pero fáciles de interpretar sin grandes equivocaciones. Con paupérrimo nivel cultural científico o profesional, desplazan a otros que han seguido una trayectoria política conocida, adquiriendo una experiencia y gozando además del prestigio y reconocimiento profesional por la sociedad. Vaya usted a saber por qué razones esa especie de óvido parlamentario es necesaria para que, sin demostrar sus cualidades oratorias, sepa mover la mano y apretar con un dedo el botón que le indique el listero. A estos podemos denominarles listantes que optan, que esperan esa oportunidad, en compensación a servicios prestados al listador. La electrónica han cambiado la voz en el parlamento por la mano del parlamentario. Espero una interpretación correcta no maliciosa.

LOS LISTILLOS, dan una interpretación política a la famosa fábula de la urraca y la zorra. Son aquellos que a lo largo de su vida, se apuntan a todo, recorren instituciones, empresas, servicios públicos o privados cantando las magnificencias de la democracia, para convertirse en ventajistas del sistema, como la zorra de la fábula. Esta especie de parlamentario engaitador o vulpeante, aduladores camuflados de superman, utilizan cantos de sirena para convencer al listero de sus habilidades, de tal forma que el listador acepte la supuesta eficacia de la astucia que luego utilizará en beneficio personal. Y lo consiguen. Hay ejemplos por doquier.

El análisis trepístico al que en nuestro comienzo nos referíamos, corresponde a esta especie vulpínica , cada vez mas frecuente, que conduce sin duda alguna a que los ciudadanos de buena fe dudemos de nuestros representantes. Los ciudadanos queremos que las ideas que votemos sean desarrolladas y defendidas por políticos que las vivan e interpreten con arreglo a la legitimación que el pueblo les ha encomendado. Las ideas nobles del pueblo no deben ni pueden ser defendidas por aquellos que utilizando sus habilidades personales se aprovechan de un oportunismo político, para consolidar transitoriamente o de forma definitiva su futuro personal. Circunstancia que no han podido conseguir en el ejercicio de su actividad profesional.

"Listantes óvidos y listillos vulpinos", decía un amigo mío actor moviendo los cinco dedos de la mano en posición palmar y juntándolos en cono: los hay así, así, así.

*Neurocirujano