Esta misma semana un director de cine mexicano, que no conoce Zaragoza, me comentaba que, por su posición estratégica en España y en el sur de Europa, esta ciudad debería ser mucho más importante. Le dije que ya lo era, pues en población es la cuarta ciudad española (este año ha superado a Sevilla en unos 15.000 habitantes) y que además es un relevante centro de comunicaciones, de industria y de servicios. Me respondió que sí, pero que le faltaba algo esencial: la proyección cultural basada en una marca con fuerza. Tenía razón. El conocimiento y la promoción de las ciudades del siglo XXI se están caracterizando por iconos culturales: la Milla del Arte en Madrid, el Guggenheim en Bilbao, los museos de Málaga… ¿Y Zaragoza?

Goya podría ser un perfecto icono de atractivo internacional, pero parece que nunca arranca un gran centro de arte en torno al genial pintor; Buñuel y el cine apenas tienen una cita en su pequeño museo de Calanda, y ni siquiera se contempló el centro del cine que se diseñó para ocupar el pabellón de España una vez acabada la Expo 2008; Miguel Servet, imagen del libre pensamiento y la tolerancia si se supiera vender, languidece en el recuerdo de su museo y casa natal en Villanueva de Sijena; y la ciudad de Los Sitios, la ciudad de la paz… Daría tanto de sí un proyecto global bien hecho con todos estos mimbres.

Zaragoza merece más. Con una universidad pública con 40.000 personas y otra privada, centros comerciales enormes, fábricas de empresas punteras y entidades bancarias propias, esta ciudad no alcanza las expectativas culturales que se le suponen a una ciudad de la Unión Europea que es la número 29 en el listado por población.

Sí, están muy bien la Ofrenda de flores y la de frutos para las fiestas, las peñas y sus desfiles, el cachirulo, la jota, la devoción a la Virgen del Pilar, la nobleza baturra y las migas con huevo frito, pero hace falta algo más.

Una casa se comienza por un ladrillo, y luego otro, y así hasta culminar la obra con la última teja.

Fundación Caja Rural de Aragón acaba de anunciar un proyecto literario para traer a Zaragoza los más relevantes escritores españoles; el programa se llama Lunes de otoño, y comienza mañana con la presencia de Carmen Posadas en la magnífica sede de Caja Rural en la calle del Coso. Es una pequeña pieza de un gran mosaico que se está diseñando para crear en Zaragoza una gran marca cultural que coloque a esta ciudad en el puesto que le debería corresponder en la Europa del siglo XXI. Ojalá se consiga.

*Escritor e historiador