La directora general de Patrimonio del Gobierno de Aragón, Marisancho Menjón, presentó ayer a los grupos parlamentarios la propuesta del Ejecutivo presentada en la sectorial del Cultura para elaborar un gran plan nacional que vele y coordine acciones para preservar estas manifestaciones culturales físicas en el medio rural. Una iniciativa loable y necesaria, ya que como la propia directora general explicó ayer en las Cortes, el patrimonio no es solo arraigo, cultura y belleza, sino que puede ser también un destacable motor de riqueza y generación de empleo.

Menjón aportó algunos datos significativos. Aragón cuenta con 2.552 elementos catalogados como bienes de interés cultural (BIC) de los que tan solo el 11% (272) se ubican en las tres capitales aragonesas, 135 están en localidades de más de 10.000 habitantes y los otros 2.145, que suponen el 84 %, se reparten en un espacio en el que hay unos 400.000 habitantes.

Aunque en los últimos años se ha mejorado en las políticas en defensa del patrimonio en Aragón, todavía hay demasiados casos sangrantes en los que la desidia y el abandono han acabado con más de alguna joya histórica en un montón de ruinas. Pero no solo la desidia y el abandono, sino también un problema básico: la falta de recursos económicos suficientes para preservar estos bienes. Incluso en estos casos sería deseable una mayor implicación del capital privado y el mecenazgo, como ocurre en otras comunidades autónomas.

Dejando a un lado errores imperdonables, como el del teatro Fleta de Zaragoza o los efectos de la piqueta en muchas ocasiones, es el momento de que este plan nacional pueda llevarse a cabo. Y que en Aragón se destinen todos los recursos posibles, dentro de las posibilidades. El patrimonio en Aragón es mucho más que el que está en litigio en Cataluña y al que se le han dedicado muchos esfuerzos. Y en ocasiones, a costa del patrimonio que tenemos en nuestros pueblos.