Sabores, olores, ilusiones y sueños de la infancia; todo ha cambiado, al ritmo de eso que se ha dado en llamar progreso. Ni siquiera son ya los Reyes Magos quienes vienen de Oriente cargados de sofisticados juguetes que lo hacen todo y no dejan para el niño sino la satisfacción de mirar; nuevas corrientes que tienden a restringir el espacio de los libros, esos amigos fieles que nos transportan a otros mundos y nos enseñan a conocer nuevas formas de mirar y ver lo que nos rodea.

Saber escoger un libro apropiado es una obligación ineludible de padres y educadores; por fortuna, hay mucho donde buscar y elegir. Para los niños, la editorial Lumen nos brinda una oferta fascinante: la adaptación para jóvenes lectores de obras escogidas. Desde aquellas entrañables series de Enid Blyton, que tantas imitaciones han llegado a propiciar, a las "Coplas a la muerte de su padre", de Jorge Manrique, donde se hace patente la perspectiva vital que quiso transmitirnos el autor; tampoco faltan, expuestas de forma comprensible, las emotivas reflexiones de Unamuno a través de sus nivolas. ¿Y qué decir de la honesta sensibilidad de Antonio Machado, tan alejada de convencionalismos y de afectadas quincallerías? Mas, si hubiera de recomendar algo muy especial, optaría por "El camino", donde Miguel Delibes nos traza un fino y socarrón retrato de las vivencias más íntimas y cercanas de nuestros añejos villorrios. Supongo que en estas navidades no se han regalado demasiados libros: así nos va luego en comprensión lectora según PISA. Un libro es el mejor regalo para los niños y para quienes nunca dejaron de serlo, porque no han inmolado sus ilusiones en pos de torpes falacias, que ni conducen a la utopía ni alumbran sueños. Escritora