Siguen con la matraca. Algunos siguen con ese incansable graznido, una especie de bisbiseo sordo, que no se atreve a ser voz alta. Están jodidos y no saben cómo expresarlo. Y es que todo el día de ayer España fue un cementerio. Un funeral. Ya Wyoming dedicó por entero su Intermedio del lunes al atentado del 11-M y como se le quedó corta la hora, añadió el programa de ayer también monográfico. Nunca lo había hecho. Quitándole el polvo a la hemeroteca para descubrirnos las obscenas mentiras de una gente que se encharcó de rabia, porque la verdad no se había acoplado a su sucio pronóstico.

Pepa Bueno en la SER también repasa la jornada. Entrevista a una de las dos grandes víctimas vivas: Pilar Manjón, madre coraje. La otra víctima es Rodolfo Ruiz, comisario. Pilar no tiene perdón. Pepa lo expresa mejor: "Puedo entender el error, algo que todos cometemos a diario; pero no se puede entender la mentira. La mala fe. Y esa línea se ha traspasado". Rodolfo Ruiz se abre con Gonzo y le confiesa su asombro ante una persecución inhumana, sorda, contundente, voraz y diabólica.

Nadie ha pedido perdón. Usted lector conoce los nombres de los autores; yo no los quiero repetir, me dan náuseas; periodistas, voceros y medios, que se auparon a su verdad para vender periódicos y micrófonos. Eso sucedió en esta España. Aún el lunes, Cospedal, seguía repicando con su badajo, como una mosca enloquecida. No dan su brazo a torcer. No se rinden. Yo nunca vi tanta maldad. Y mira que he visto cosas.