En Francia se han alzado voces denunciando el resultado de las elecciones españolas como una derrota de la democracia frente al terrorismo. ¿Estará la democracia en peligro? ¿Qué pensar de la solución que ha adoptado Europa con la creación de un míster antiterrorismo ?

Algunos gobiernos, principalmente el de Irlanda, que ocupa la presidencia de la UE, enseguida han planteado los términos de la lucha contra el terrorismo oponiendo seguridad y libertad, afirmando al mismo tiempo que no debían sacrificarse los valores de las democracias europeas en nombre de la lucha antiterrorista. En realidad, la cooperación europea en materia de lucha antiterrorista viene de antiguo. Data al menos de 1975, de las reuniones del club de Trevi, donde se reunían secretamente funcionarios de varios ministerios europeos del Interior. Después, en el marco de los acuerdos de Schengen y, posteriormente, tras el Tratado de Maastricht, en el de la UE, esta cooperación esencialmente policial y judicial ha escapado con mucho de todo control democrático o jurisdiccional. En el acuerdo de Schengen, negociado en 1990 por funcionarios de cinco estados de la UE, entre ellos Francia, los parlamentos tuvieron que ratificar, sin poderlo enmendar, un texto transmitido apenas semanas antes del voto.

LA COOPERACIONen materia de Justicia e Interior, el tercer pilar de la UE desde 1993, sigue siendo intergubernamental. Las decisiones se toman por unanimidad tras unas negociaciones cuyo contenido se desconoce. El Parlamento Europeo debe ser consultado, pero no tiene ninguna influencia sobre la decisión; el Tribunal Europeo, obligado a respetar las libertades fundamentales, no tiene derecho de fiscalización sobre las decisiones adoptadas.

Así es difícil atribuir las eventuales lentitudes de los avances en materia de cooperación europea a las barreras democráticas, no las hay. En un marco donde las decisiones adoptadas por unanimidad no tienen el carácter jurídicamente apremiante de los instrumentos habituales de las políticas comunitarias, es comprensible que esta cooperación tenga fallos y que la armonización de las legislaciones pertinentes sea lenta. Pero se ha adoptado este modo de decisión a propósito, para dejar libertad absoluta a los ejecutivos nacionales.

Así, cuando los ministros de Interior deploran el 19 de marzo la falta de cooperación entre agencias de información o el funcionamiento de la Europol, reconocen que, en este caso, se trata de disfunciones burocráticas de agencias que están fuera del alcance del control democrático. ¿Cómo pretenden, pues, hacernos creer que la ineficacia de las políticas de lucha contra el terrorismo deriva de una excesiva atención a las libertades o a la democracia?

Si se analizan las iniciativas ya aprobadas a nivel europeo, en particular tras los atentados del 11-S en EEUU, no se ha establecido un compromiso entre seguridad y libertad, sino que, en este ámbito, todavía hay que subrayar que domina la falta de garantías de los derechos humanos. Sin duda, los ciudadanos europeos no tienen conciencia de ello, puesto que son los naturales de terceros países quienes han hecho el gasto. En nombre de la guerra contra el terrorismo, se han adoptado sobre todo medidas que pretenden reforzar el control fronterizo e impedir la llegada de emigrantes indeseables del Sur.

En EEUU, tras el 11-S se han aprobado leyes de excepción como la Patriot Act . Algunas asociaciones y parlamentarios europeos se movilizan contra sus consecuencias para sus conciudadanos, por ejemplo la transmisión de datos personales sobre los pasajeros que se dirigen a EEUU a las autoridades norteamericanas. Aunque el tratamiento de las personas que desean viajar a Europa es mucho más preocupante desde el punto de vista de los derechos humanos.

DECIR QUEla lucha antiterrorista no es eficaz en nuestras democracias porque se da más importancia al respeto de las libertades que a los dispositivos de seguridad, evidencia tanta desinformación como las imputaciones a ETA por el 11-M en España.

Las soluciones propuestas en Europa no hacen más que confirmar tendencias antiguas. El míster antiterrorismo, bajo la tutela de Javier Solana en el Consejo Europeo, refuerza la idea de que las instancias intergubernamentales constituyen la única solución.

La Constitución europea, que ahora tiene más posibilidades de ser aprobada rápidamente, brindaba la ocasión para volver a examinar detalladamente el modo de funcionamiento de las políticas europeas en Justicia e Interior, pero las circunstancias no permiten pensar en tal replanteamiento.

Los acontecimientos de Madrid no anuncian una derrota cualquiera de la democracia, sino el fracaso de políticas de seguridad transburocráticas.

*Doctora en Ciencias Políticase investigadora del CNRS francés.fLibération.Traducción de Xavier Nerín.