Antes de convertirse en el spin doctor de Rajoy, Jorge Moragas ejerció con mucho dominio el protocolo --fue asesor en Moncloa desde los tiempos de Felipe González-- y la diplomacia. Moragas es el clásico catalán con vocación de hombre de mundo que rompe los patrones estéticos del PP volando con su moto de gran cilindrada y su vieja mochila al hombro. Vamos, una reproducción casi exacta de Josh Lyman, el asesor presidencial más jovial y encantador de la magnífica serie El ala oeste de la Casa Blanca. Lyman guardaba en su mochila una muda, pues solía asaltar muchas camas; la mochila de Moragas, en cambio, daba nombre a un blog muy chisposo del que yo era segura seguidora. Un día escribió que le había tocado leer en una boda la carta de San Pablo a los romanos y quedó tan impresionado que la versionó en su blog invitando a la reflexión. "Que vuestra caridad no sea una farsa; procurad la hospitalidad", decía el santo; y Moragas añadía entre paréntesis: "Juntos, pero mimitos- los justos". "Con los que lloran, llorad", reclamaba el apóstol, y el guardián del mensaje de Rajoy añadía: "Esta es clave y dura". Tan dura que le colgó el teléfono a un joven discapacitado alicantino que necesita ayuda hasta para respirar, y que pretendía enumerar al eficiente mochilero las penurias que sufren los dependientes por los salvajes recortes presupuestarios del Gobierno. Nada que ver con Josh, el apuesto asesor presidencial de ficción de pelo ensortijado y una de las mentes políticas más agudas del Partido Demócrata. Periodista