A sus 80 años y viviendo plácidamente en tierras malagueñas, ha fallecido Erik el Belga, un funesto personaje que hace tres décadas saqueó con total impunidad gran parte de las iglesias y monumentos españoles. En su periplo se cebó especialmente con Aragón, y concretamente con la catedral de Roda de Isábena, que dejó prácticamente vacía. Se llevó para aplacar los caprichos de millonarios anticuarios europeos obras medievales de incalculable valor y únicas en su género, como el sillón de San Ramón, que hoy en día sigue desaparecida. Aunque al final de sus días mostró cierto arrepentimiento siempre lo hizo con cierta ironía y jactándose de sus fechorías, su desaparición cierra un triste capítulo de la historia reciente, en la que se evidencia lo fácil que es destruir y robar el patrimonio de todos. Que descanse en paz y las autoridades trabajen para que esta historia nunca más se repita.