Describir y analizar la realidad mediante juicios rotundos y fotos fijas en riguroso blanco y negro es algo que tal vez satisfaga a quienes se empeñan en que todo sea así o asá, y reaccionan con ira cuando vienen los matices a estropear la imagen perfecta y definitiva. Pero las cosas suelen ser entreveradas. Siempre lo fueron y hoy más que nunca. Para explicarlas es preciso seguir el hilo de la lógica por caminos muy tortuosos.

Lo de Franco, por ejemplo, sí que es fácil de categorizar. Porque un dictador criminal es lo que es y no caben más remiendos. Pero otras cosas de las que nos ocupamos ahora mismo en España son ya bastante más complicadas. La tensión entre los bloques ideológicos, sin ir más lejos, está llena de vericuetos. ¿Puede permitirse Podemos dejar a Sánchez en la estacada presupuestaria renunciando de paso a que mejore la financiación de comunidades que, como Aragón, están en déficit crónico? ¿Tendría sentido, incluso mirando los intereses electorales de la propia formación morada, que sus presiones acaben forzando un adelanto electoral?... Son cuestiones que exigen unas cuantas vueltas.

O el conflicto planteado por el secesionismo catalán con la inestimable ayuda del españolismo ultraconservador. Puigdemont y Torra representan el empeño en llevar hasta sus últimas consecuencias una vía unilateral antidemocrática sin respaldo social. Porque dos millones de votantes no son suficientes, ni muchísimo menos, cuando al otro lado hay otros dos millones o más. Pero (y eso lo añado de mi cosecha) será imposible encauzar este tremendo lío si no se admite que tarde o temprano habrá que convocar en Cataluña un referendo legal al respecto, de naturaleza meramente consultiva (lo cual incluso puede encajar en la actual Constitución) o con finalidad decisoria (lo que exigiría modificar la Carta Magna y elaborar una Ley de Claridad que prescribiese altos niveles de participación y un muy amplio margen de apoyo a la secesión).

Todo esto no va de blanco o negro, sino de múltiples grises, de diálogo y de acuerdos. O sea, política.