Cuando el derrumbamiento del 2008 y el estallido de la burbuja bancario-inmobiliaria, denominamos crisis al maldito fenómeno. Aunque ahora sabemos que no, que era otra cosa. Diez años después de que el desastroso pufo nos fuese revelado, no ha existido reinvención alguna del capitalismo financiero, España tiene una deuda pública que multiplica la de entonces, no recuperaremos un clavel del rescate bancario y los asalariados han perdido poder adquisitivo a espuertas, no solo cuando están en el paro... también cuando trabajan. Ya no hablamos de crisis, sino de una nueva realidad basada en perturbadores paradigmas.

Por la misma regla de tres, la crisis política que el 15-M denunció con tan dulce ingenuidad no parece que sea una simple etapa de desafección ciudadana causada por el aislamiento de los cargos públicos, la dificultad que tales personajes tienen para defender los intereses mayoritarios o su tendencia a corromperse. Seguramente estamos ante un cambio en las reglas del juego, por la sencilla razón de que las élites han decidido no molestarse en fingir que siguen unas reglas. El caso Cifuentes, un asunto que nunca fue menor, ha actuado como prueba definitiva de que es posible beneficiarse de la falsificación de un título académico oficial, mentir con tremendo descaro tras ser pillado (pillada, en este caso), intentar con total grosería echar las culpas a los demás... y sin embargo seguir en el machito, aguantar el chaparrón como quien oye llover y recibir el aplauso del partido. Fuera disimulos, escrúpulos, ética y estética. La presidenta de Madrid, mascarón de proa de la regeneración del PP, se pasa todo eso por la Puerta de Alcalá. Henos aquí ante otra etapa del desarrollo político: la era del descaro impune. Tal vez en Alemania dimitan los ministros por haber plagiado parte de una tesis doctoral. Pero ya sabemos lo tiesos que son los alemanes. Pretenden cogérsela con papel de celofán. ¡Ja!

Precariado, desigualdad, judicialización, despotismo, manipulación, estafa... ¿Crisis? No, hombre, es la nueva España que avanza.