Endeudar una ciudad por cincuenta años exige hacer muchos números, pero exige, sobre todo, una enorme dosis de consenso entre los distintos grupos políticos. Zaragoza está pagando desde comienzos de los noventa una depuradora que hipotecó las arcas municipales por 25 años, y lo que baraja ahora el Ayuntamiento es endeudar a los ciudadanos --de nuevo-- hasta las cejas para que la Expo y la construcción del metro ligero sean una realidad. Es una verdad de perogrullo que los grandes proyectos exigen grandes decisiones y grandes retos, pero nuestra ciudad lleva muchos años pagando grandes peajes para afrontar decisiones políticas que no fueron consensuadas ni para las que se pidió ayuda externa. Es de esperar que, a estas alturas, el ayuntamiento haya aprendido la lección y sea capaz de negociar esa inversión, que sin duda alguna será necesaria, con otras administraciones cuya generosidad aún está por demostrar.