Si los ocho partidos políticos que han obtenido representación en el Parlamento de Cataluña cumplen su palabra, sus promesas y sus acuerdos, cosa que no ocurre nunca, habrá que convocar nuevas elecciones autonómicas en julio; porque de observar lo comprometido en campaña, ninguno de los dos primeros en número de escaños, y únicos posibles candidatos a ocupar la presidencia de la Generalitat, conseguiría la mayoría necesaria para gobernar.

No podrían los socialdemócratas del PSC, cuyo candidato aseguró que nunca gobernaría con los separatistas; de manera que aunque lo apoyaran todos los no independentistas, VOX incluido, solo sumaría 61 escaños, lejos de los 68 que constituyen la mayoría absoluta. Y tampoco podría hacerlo con los votos de ERC (Esquerra Republicana), pues los republicanos firmaron un acuerdo por el cual jamás apoyarían a los constitucionalistas.

No podrían los pequeño burgueses de ERC, que conseguirían una holgada mayoría absoluta de 74 escaños encabezando a las tres formaciones soberanistas (la propia ERC, Junts y las CUP); pero los de las CUP, cuyos votos son imprescindibles para una mayoría absoluta independentista, ya dejaron claro que no querían saber nada de nada con un partido corrupto y más de derechas que Millán Astray, como es el caso de Junts.

Así las cosas, y a costa de quebrantar la palabra dada a los electores (lo que a los políticos de la casta les importa un bledo), solo existen dos posibilidades para formar gobierno:

Una, presidida por Salvador Illa, mediante una coalición de gobierno o un pacto de legislatura con ERC y la marca catalana de Podemos, algo harto improbable.

Otra, la presidida por Pere Aragonès coaligado con Junts, y con apoyo de las CUP, cuyos militantes deberían tragar sapos, culebras, carros, ruedas de molino y todo tipo de alimañas y utensilios rústicos para ceder y admitir que una imputada por corrupción como Laura Borràs, delegada correveidile del ínclito fugado en Bélgica, formara de nuevo parte del gobierno de Cataluña.

En la política española, y en Cataluña mucho más, cualquier cosa es posible, porque si el gobierno de España se salvó hace unas semanas gracias a la abstención de Vox, no sería extraño que se pusiera en marcha cualquier otra solución «a la catalana».

Lo probable es que ERC gobierne en coalición con Junts y que, para salvar la cara, los de las CUP exijan la cabeza política de la señora Borràs, cosa que el jeta de Waterloo aceptará sin pestañear para seguir viviendo tan ricamente en su palacete. Al tiempo.