Aunque el terrorismo de los radicalizados nacidos y crecidos en Europa es el que más estamos sufriendo desde el 2015, con la merma del ISIS en Asia central y Siria, Europa se expone a un nuevo intento, como hiciera Al Qaeda tras el 11-S, de los entrenados en zonas de combate por volver a sus lugares de origen y penetrar en Europa desde nuevas fronteras frágiles. En este caso, desde los Balcanes occidentales, Marruecos, Libia y Turquía, de ahí la importancia de que Europa se refuerce en Siria y Libia invirtiendo en la estabilización, y en Marruecos y los Balcanes, reforzando la cooperación para el control fronterizo y una mayor estructuración de sus policías, sus instrumentos legales y sistemas judiciales.

Especialmente preocupante es la nueva situación de Marruecos, que siempre controló este terrorismo, que desde el 2015 haya desarticulado 60 células, la mayoría en Marrakech, que 2.000 marroquís hayan acudido a la yihad en Siria e Irak, y que a principios de diciembre dos turistas nórdicas fueran degolladas por un grupúsculo del ISIS, su primera acción en el país, en uno de los mayores atractivos entre los extranjeros, la ruta del Atlas, intentando así golpear al sector turístico, que representa el 10% de su PIB y siempre fue uno de los principales objetivos de este tipo de terrorismo.

Dentro de poco empezarán a ser frecuentes noticias como la del pasado 21 de diciembre, en que un peligroso terrorista marroquí retornado de Siria, que penetró en este caso desde Turquía y, tras un periplo por varios países europeos, fue detenido en Mataró.

Que se alarguen el conflicto sirio y la transición libia no ayuda a la hora de exponer este tipo de terrorismo a las fronteras sur de Europa. Con respecto a la penetración del ISIS desde el este, el frágil control de fronteras de los Balcanes con Europa, más sus propios fenómenos internos de radicalización, tienen difícil control por parte de los agentes estatales.

Gracias a estas fragilidades, el ISIS ha asentado bases de entrenamiento en los países de mayoría musulmana, sobre todo en Bosnia, campando a sus anchas y reclutando combatientes que retornarán tras la guerra siria. En Kosovo desde el 2015 están floreciendo adhesiones al grupo yihadista, donde ha surgido un movimiento social llamado Bashkohu que defiende la yihad y la sharía en los colegios, a lo que hay que añadir detenciones recientes de kosovares con vinculaciones terroristas. A la yihad siria acudieron 400 albaneses que volverán tras el fin de la guerra. Desde el sur de Bulgaria hay un potencial punto de tránsito a Europa con la influencia de grupos chechenos. Y también han reclutado a población roma de Serbia que no es musulmana.

La Unión Europea tendrá que reforzar la cooperación con sus vecinos del sur y del este si no quiere verse en breve afectada por un yihadismo añadido y más letal, el de los extracomunitarios que tras combatir en Siria e Irak se convierten en retornados.

Los países que son puntos de origen y de tránsito tendrán que superar sus recelos históricos a la hora de cooperar, pues al ser un fenómeno transfronterizo es imposible afrontarlo sin unas sinergias internacionales. Por contar con escasos recursos y unas estructuras policiales y administrativas frágiles, necesitarán apoyo en muchos frentes: control de fronteras, capacitación policial y judicial, instrumentos legales y de investigación para su persecución, la de sus fuentes de financiación, de organización, y de sus vínculos con otros tipos de crimen organizado. Pero también con el adoctrinamiento, los procesos de radicalización genuinos en este grupo de países que comparten un mismo contexto histórico-cultural, y la difusión de propaganda, por lo que no solo hay que cooperar en materias puras de Estado de derecho, también para atajar el germen de este tipo de terrorismo en el ámbito socio-educativo.

La Unión Europea tiene un potente mecanismo de gestión civil de crisis que ha servido para capacitar a los países de origen fomentando un Estado de derecho que aborde este terrorismo, por lo que estaría en buenas condiciones de ofrecer lo mismo a los países de origen y tránsito.

Pero no hay que olvidar que la falta de desarrollo es casi siempre utilizada por estos grupos para radicalizar y reclutar yihadistas, por lo que también habrá que apoyarlos para impulsar sus economías nacionales a fin de generar alternativas de vida en una sociedad de marcado carácter multiétnico.

*Consultora en política y seguridad

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