El terrorismo no tiene justificación. Nunca. No la tenía con Franco. No la tiene con Arafat o con Josu Ternera. Lo mismo se puede decir del terrorismo de los clérigos chiítas de Irak, del de Ben Laden, del de los iraníes, serbios, croatas, chechenos o corsos. Una cosa es luchar por la libertad y otra cosa muy distinta el terrorismo. Combatir contra la tiranía o la injusticia nada tiene que ver con la bomba del suicida o el asesinato en masa. Ninguna causa justifica el tiro en la nuca o la matanza de inocentes.

Aunque nos presenten a los terroristas como luchadores por la libertad. Aunque nos aseguren que no tienen otro camino. Es mentira. El terrorismo es el crimen absoluto. Es la forma más vergonzosa y cobarde de pelear por cualquier ideal. Su guerra se basa en el anonimato cobarde y la calculada inhumanidad. Como hacen esos cabrones que han matado en España a un millar de inocentes, todo en defensa de su supuesta identidad étnica. Independentista etarra o fanático religioso, siempre será la misma porquería.

Sólo el Estado -en defensa del bien común- tiene derecho a ejercer la violencia institucional. La ley del talión es inaceptable. Nuestra ética política se basa en la resistencia civil, la no-violencia, la fortaleza de las convicciones y la capacidad para sacrificarnos por ellas. No asesinamos a nadie en defensa de nuestras ideas. Defendemos la ley frente al terror. No nos dejemos engañar por esos sedicentes progres de mierda, siempre fascinados por la metralleta y el pasamontañas.

*Periodista