Con unos índices de popularidad muy bajos y sin grandes éxitos que poder exhibir tras cinco años en la Casa Blanca, Barack Obama ha decidido pasar a la acción y acabar su segundo y último mandato usando todos los medios que la Constitución de EEUU pone a disposición del presidente, ya sea prescindiendo del Congreso o vetando legislación ya aprobada. Obama ha centrado su discurso sobre el estado de la Unión en las cuestiones que preocupan a la gente, a las clases medias y bajas, las más duramente castigadas por la crisis. Es cierto que el empleo se ha recuperado en EEUU, pero su calidad se ha deteriorado hasta el punto de garantizar apenas la supervivencia, mientras que las desigualdades sociales siguen agrandándose. Por ello el presidente anuncia medidas como planes de ahorro para trabajadores o el salario mínimo, para reducir el abismo, aunque las cámaras no le den apoyo. Agotada la retórica y con el muro levantado por los republicanos, a Obama no le quedan más recursos que la acción si quiere que su paso por la presidencia arroje un balance global positivo.