Ya sé que no cabe extrapolar resultados de unas elecciones generales a otras de ámbito europeo, autonómico o municipal. La ciudadanía tiende a diferenciar, y suele emitir un voto distinto en cada convocatoria. Pero nunca en la vida se había producido una encrucijada como la actual, donde la gente ha de ir a las urnas dos veces, de manera sucesiva y en menos de un mes, y además el resultado de la primera cita ha provocado una conmoción extraordinaria. De hecho, el electorado está emitiendo claras señales de cómo desea que se produzcan los cambios que han de dar lugar a un nuevo pacto político y social. Y no quiere, en general, ni choques de trenes ni juegos del gallina ni locuras ni idioteces.

Pero ahí tenemos unos resultados frescos, e indican algo muy simple: si los del 26-M son similares, las derechas no tendrán problemas para hacerse con el gobierno de Aragón y el de las tres capitales. Eso sí, en todos los casos Cs será el más votado. En algunos lugares (por ejemplo en la ciudad de Zaragoza), con muy clara diferencia. Sumando con PP y Vox no tendrá dificultad para ganar al bloque formado por PSOE, Podemos y plataformas tipo ZeC. Queda por ver el tirón que conservan PAR y CHA, aunque está claro que el primero sumará con los conservadores y el segundo con los progresistas.

En las próximas elecciones la fórmula d’Hondt, aplicada sobre un número elevado de diputados o concejales, repartirá sillones de manera casi proporcional, por lo que las marcas que superen el mínimo porcentaje exigido no perderán restos importantes. No va a ser como en las generales. Vox, cuyos candidatos ni se conocen ni siquiera se intuyen, puede obtener una presencia significativa en las Cortes y en los ayuntamientos de Zaragoza, Huesca y Teruel. Claro que Cs y sobre todo Vox (también Podemos en la acera de enfrente) no lograrán presentar candidaturas en muchos ayuntamientos de las tres provincias, lo que puede penalizarles.

Solo hay una última y gran incógnita: ¿va a seguir Cs sumando exclusivamente con PP y Vox?, ¿o...?