Ahora que Zaragoza se encuentra inmersa en una incipiente etapa de expansión, con más y más planes de vivienda en su perímetro, convendría no perder de vista la posible degradación de la zona vieja y de los barrios consolidados. Como ejemplo, basta con fijarse en la situación lamentable de una parte del Arrabal. Por un lado, la DGA inicia su protección como Casco Histórico y, por otra, la realidad avanza hacia la degradación. Como apuntan los vecinos, falta limpieza y preocupa la insalubridad de edificios y solares. Como muestra, señalan que en los últimos meses han presentado 36 quejas, de las que sólo se han resuelto tres.