San Valentín hizo de las suyas antes de tiempo. Ese pequeño bribón no deja pasar oportunidad. Vio tan falto de cariño a nuestro adorado presidente que lanzó sus flechas de amor infalibles. Y Rajoy cayó rendido en los brazos de Erdogan. Cual doncella enamorada, emocionado al escuchar en Ankara el himno español, comenzó a regalar besos a las más de 5.000 personas que le aclamaban. Pocos podrían resistirse a los encantos de una pasión tal y de un amante tan entregado, que no escatimó en artimañas de seducción: visita romántica al mausoleo de Atatürk; palabras de agasajo para la empresa española-catalana responsable de la construcción de la línea de metro que inauguraban; y acogida hollywoodiense por una multitud islamista, enardecida y encantada de tener al dulce barbitas españolito en su regazo. ¿Trucos de muchacho golfo y descarado los del primer ministro turco? En el amor y en la guerra todo vale, ¿no? Nadie obligó a Rajoy a posponer su regreso un día y así plantar a la oposición en la sesión de control del Congreso; ni a olvidarse de reprocharle a su amado los malos vicios y perversiones por las que se le conoce (escándalos de corrupción, represión de protestas, ataques a la prensa, censura de Internet). ¿Almas gemelas...? O, ¿será que por lograr contratos de obra pública e industria militar para España se traga uno hasta la Alianza de Civilizaciones de ZP? Feliz romance, parejita, aunque no creo que mamá UE deguste vuestra miel y acepte nuevo miembro en la familia.

Periodista y profesora de universidad