La parejita de moda, Iglesias-Montero (tanto monta, monta tanto), sigue marcando un antes y un después en la vida pública de este país. Tuiteros empedernidos, adictos a la sobreexposición-exhibición mediática por pura cuestión de ego y no de estrategia comunicativa, siguen dando de qué hablar. Y es que lejos de ser profesionales serios y prudentes, atributos de todo buen líder, utilizan las redes para mostrarse y comentar de forma pueril asuntos que nada tienen que ver con sus quehaceres como vicepresidentes y ministros, y en unos términos que flaco favor les hacen. El uno, con su «qué pasote», para calificar la «súper» serie que recomendaba a sus seguidores en Twiter, coloquialismo trasnochado, que pone de manifiesto la altura intelectual del segundo de a bordo del Ejecutivo; la otra, yendo más allá de su tan famosa expresión «portavoces y portavozas», y en su empeño por el empleo del lenguaje inclusivo para «avanzar en la igualdad, aunque no suene muy correcto», refiriéndose a las Fuerzas y Cuerpos del Estado como «Fuerzos y Cuerpas». Eso sí que es arte, una auténtica demostración de madurez, como el vídeo que ella misma se encargó de grabar y viralizar por redes el día de su cumple, en su ministerio, con su «súper equipo», su tarta sorpresa con velitas, que obviamente sopló con deseo-mensaje cumpleañero incluido. Seriedad, la justa, claro que sí. «Ya son demasiados los siglos en los que el lenguaje se utiliza como instrumento para perpetuar el machismo en las sociedades», en efecto, Miss Montero, pero eso no le permite atentar por «postureo» contra el uso correcto del castellano, a no ser que su objetivo sea convertir a los «jóvenes y jóvenas» en «miembros y miembras» de su aparato político.

*Periodista y profesora de universidad