El nuevo cine británico, como el cine contemporáneo francés, parece verse en la obligación social y política de contribuir a la cohesión de sus castas, razas o clanes, a fin de prevenir problemas de segregación racial y favorecer la integración, impidiendo altercados y 'ghettos'. Las grandes capitales, París y Londres, se manifiestan especialmente sensibles a la necesidad de lograr que sus habitantes, procedan de donde procedan, sean de uno u otro color, practiquen esta o aquella religión, se sientan parisinos y londinenses como el que más.

La comedia cinematográfica inglesa, de larga tradición, está encontrando en el amor un nexo de unión, argamasa sentimental para esa ansiada integración en torno a la vida, las tradiciones, el modo de ser británico. Como vehículo universal y, al mismo tiempo, fenómeno cotidiano, focal y local, el amor en Londres o en la campiña inglesa puede ser uno de los mejores, si no el mejor instrumento de convivencia. Y más cuando la pasión surge entre protagonistas de diferentes etnias.

La película 'Una pastelería en Notting Hill' reúne un elenco de tres mujeres de distinto origen —centroeuropeo, pakistaní, inglés— en un proyecto común, abrir una repostería cerca de un enclave tan popular como el mercadillo de Portobello. En ese Londres multicultural y bohemio, una de ellas dará con la clave del éxito: conectar, a través de sus respectivas repostaríes, con el gusto de clientes de muy opuesta procedencia. Del estudio de los postres de Letonia, Japón o Libia agregarán otros conocimientos de esos países y culturas, de modo que 'Love Sarah' (el nombre de su pastelería en Notting Hill) se convertirá en un centro de convivencia e intercambio, y en un éxito.

Algo así deberían poner en práctica nuestros dirigentes. Interesándose más por las costumbres, tradiciones y creencias de las poblaciones de origen extranjero residentes en España lograrían seguramente conectar con estos grupos humanos con mayor intensidad y eficacia, integrándolos con rapidez y facilidad y obteniendo a su vez colaborativas respuestas.

De lo contrario, como ya está sucediendo, los 'ghettos', la lacra de la segregación y el estigma del odio nos esperan a la vuelta de la esquina.