En Aragón, probablemente más que en ningún otro sitio, sabemos que el agua significa vida y futuro. Los aragoneses hemos visto muy de cerca, hasta en tres ocasiones, la amenaza de unos trasvases de agua que hubiesen supuesto un límite inadmisible para nuestro desarrollo. Todos juntos hemos luchado durante años por asegurar la reserva estratégica que las generaciones venidas precisarán para que esta tierra siga viva.

Pero esa lucha por asegurar la cantidad de agua precisa, viene acompañada por otra no menos importante: la de conseguir la mejor calidad. El compromiso por sanear los ríos y conservar su riqueza piscícola y su biodiversidad es, ante todo, un gran reto solidario. Solidario con el medio ambiente y las generaciones futuras. Y solidario también quienes se abastecen aguas abajo, que tienen todo el derecho a contar con un suministro de calidad.

EN EL AÑO 2001, Aragón se dotó de un Plan de Saneamiento y Depuración todavía más ambicioso, si cabe, que la Directiva europea. Si la norma europea exige la depuración para las localidades de más de 2.000 habitantes equivalentes antes del 31 de diciembre de 2005, el plan aragonés incluyó también en ese plazo a los núcleos mayores de mil. Este término de los habitantes equivalentes (descripción técnica en cuyos detalles no quiero entrar) viene a significar que muchas otras localidades de menos de esos mil habitantes reales también estarán obligadas a depurar antes de finales del 2005, si su contaminación equivale a la de un núcleo de mayor población, debido al aporte de industrias u otros motivos.

Desde la aprobación del Plan Aragonés de Saneamiento y Depuración se ha avanzado mucho, primero a través de la Junta de Saneamiento, y después con el Instituto Aragonés del Agua, entidad pública adscrita al Departamento de Medio Ambiente. También está resultando decisiva la aportación del Plan del Agua, por el que el Gobierno de Aragón está subvencionando las obras de los ayuntamientos relacionadas con el ciclo del agua. Ya son más de 600 obras subvencionadas en 400 municipios. También es justo reconocer la aportación de otras instituciones (ayuntamientos, diputaciones provinciales y el Estado, aunque los trabajos del Gobierno central hayan quedado muy lejos de sus promesas).

EL PLAN ARAGONES de Saneamiento y Depuración ha sido un instrumento eficaz de planificación, a pesar de que la redacción de los planes de zona, concebidos como directrices parciales, son instrumentos cuya elaboración requiere siempre un procedimiento largo y complejo. En todo caso, estos planes de zona ya están ultimados.

Con el fin de acelerar la construcción de las obras todavía pendientes, el Gobierno de Aragón ha querido dar un paso más, y por eso acabamos de aprobar un plan especial, que requerirá un esfuerzo económico extraordinario. Este reto nos obliga a una inversión ingente, dadas las características de Aragón, con nuestra sangrante baja densidad de población y la gran dispersión territorial. Un primer cálculo nos indica que serán precisos más de 150 millones de euros para depurar el agua residual de unos 400.000 habitantes equivalente pero lo vamos a hacer, porque vale la pena.

El Plan Especial incluirá al menos 170 nuevas actuaciones, que beneficiarán a unos doscientos municipios. El plan estará coordinado por el Instituto Aragonés del Agua, y será ejecutado por Sodemasa, la nueva empresa pública del Departamento de Medio Ambiente, que nada más crearse, ya está demostrando su gran eficacia práctica.

Los objetivos fijados son inmediatos: nuestro deseo es que antes de un año, todos los proyectos estén adjudicados. Estas obras se sumarán a las 68 depuradoras que ya están en servicio, y a las 144 que se encuentran en construcción o licitación, de las que 37 se están acometiendo en localidades con menos de mil habitantes, gracias a las subvenciones del Plan del Agua a los ayuntamientos.

Con este nuevo plan especial, conseguiremos que en torno al 2006, tengamos depuradas más del 90% de las aguas residuales de Aragón. De este modo, estaremos cumpliendo la normativa europea, y nos situaremos en una posición privilegiada para cumplir el plazo final del 2015. Aragón está en el camino de convertirse en un referente nacional en depuración de aguas y, por tanto, en ríos limpios y saludables. Estamos por el buen camino. A todos nos toca seguir trabajando y colaborar para conseguirlo.

*Consejero de Medio Ambiente del

Gobierno de Aragón