Qué, ¿no tenéis padres o abuelos? El corro formado por una decena de jóvenes que beben, gritan y ríen apelotonados, se abre un poco y callan en seco. «El problema no es que os contagiéis vosotros, que lo superaríais sin duda, el problema es que a ellos podéis matarlos», sentencia la vieja del visillo que acaba de aguarles la fiesta, en la puerta de un bar zaragozano. Acababa de leer que hay más virus de covid circulando ahora que antes del estado de alarma, que la segunda oleada puede ser más letal y que crecen los contagios entre jóvenes y adolescentes. Supongo que a nadie le sorprenderá este último dato después de ver cómo celebran en masa las victorias de su equipo o cómo siguen apiñándose en terrazas o botellones sin que la autoridad lo impida. Los sanitarios que se han dejado la vida para vencer la pandemia y los docentes que no han podido acabar el curso con garantías de evaluación están indignados ante el relajo que se permite en calles y riberas. No sabemos cuántos contagios se reproducen en estas juergas pero sí, afortunadamente, los que afectan a temporeros que recogen la fruta en España con todas las garantías sanitarias de cara al mercado, mientras ellos siguen viviendo en precarias condiciones de higiene y salubridad. Es de juzgado de guardia que Fraga haya tenido que retroceder a la fase 2 para que las autoridades hayan resuelto inexplicables trabas burocráticas que ellas mismas crearon y poder abrir un alojamiento decente para los temporeros. ¿Alguien entiende que en periodo de máxima alerta sanitaria miles de personas indocumentadas duerman en las calles sin un puto chorro de agua para lavarse las manos? ¿Entienden ahora por qué hay que recurrir a los inmigrantes para recoger la fruta? Los de las juergas callejeras no saben qué es una dura jornada de trabajo a pleno sol. Ni siquiera qué significa obligatoriedad de mascarillas. H *Periodista