Alrededor de ese siniestro político que es Jorge Fernández Díaz, exministro del Interior en el gobierno de Rajoy, se mueven otros personajes de opereta que dan para una serie B de televisión, si no fuera el tema tan delicado. El político (miembro del Opus Dei) creó un operativo parapolicial, conocido como la policía patriótica, para espiar a Bárcenas y evitar que toda la información salpicara a la financiación del PP. Entre sus trabajos sucios también estaban los montajes para neutralizar el independentismo catalán: «Operación Cataluña», o las noticias falsas contra Podemos.

El hombre de los tics acelerados cada vez que se enfrentaba a una cámara tiraba incluso de su confesor personal, Silverio Nieto, para que trasmitiera mensajes delicados y actuara de intermediario en esta escandalosa trama de espionaje financiada con fondos reservados. Así utilizaba al cura y se cubría las espaldas con un intermediario tan de fiar. Claro que el tal Silverio, de vocación tardía, ya que antes fue policía y juez, estaba en el ajo y conocía muy bien las cloacas de la Iglesia, resolviendo problemas de pederastia, y también las del Estado, como publicaba Iñigo Domínguez en 'El País' el pasado 9 de septiembre. El confesor y el ministro del Interior formaban una extraña pareja, acostumbrada a las revelaciones tanto celestiales como terrenales. Hay párrafos deliciosos en esta información: «El exministro ha contado cómo tras una vida disipada tuvo una revelación en Las Vegas, que le transformó en un creyente ultraconservador. Como titular de Interior condecoró vírgenes y contó que un ángel de la guarda llamado Marcelo le echaba una mano, tanto en las cosas pequeñas, como aparcar el coche. Y también en las grandes». Un figura el tal Jorge.

Tanto es así que la fiscalía anticorrupción reclamó la imputación del exministro por sus mensajes. Ya veremos en qué queda el asunto, porque los textos ponen contra las cuerdas a Fernández. Aunque igual le salva Marcelo, su ángel de la guarda, especializado en ayudarle en asuntos también grandes.

Conviene leerse el libro 'El Director' del periodista David Jiménez, director que fue de 'El Mundo', donde duró un año. Una lectura muy recomendable, entretenida y valiente ya que destapa la podrida red de presiones, influencias y favores que se establecen entre el poder económico, político y la prensa. Salen nombres y apellidos ilustres y dedica alguna página al oscuro exministro de Rajoy. Allí nos cuenta cómo en los pasillos de su ministerio colgaban cuadros de vírgenes de las que era muy devoto. Asimismo su devoción alcanzaba a la cantante Isabel Pantoja, por la que intercedió para que su ingreso en prisión fuera corto y llevadero. Vamos, que era un fan empedernido de la Pantoja y se moría por sus huesos.

Luego dirán que en las novelas se fábula mucho y se crean personajes inverosímiles, cuando vemos que en los círculos del poder transcurren historias que ponen los pelos de punta.