El 18 de enero del año 2011 tuve ocasión de entrevistarme en Buenos Aires con Estela de Carlotto, presidenta del colectivo Abuelas de Plaza de Mayo. Hablamos de los derechos humanos en la Argentina que luchaba por recuperar su dignidad y su memoria tras los años de muerte, torturas y desapariciones sufridas tras la dictadura militar. Tres años más tarde de aquella calurosa tarde de enero Estela encontró a su nieto desaparecido. Las pruebas de ADN permitieron su reencuentro. La lucha común de aquellas mujeres, llenas de fortaleza y constancia, le habían permitido ver con vida y conocer a su nieto. No fue un caso único. Poco antes de despedirnos, y obsequiarme con una fotografía común que conservo con devota admiración, surgió un intercambio de información mutua sobre los mecanismos electorales y la participación ciudadana. El regreso a la democracia de países como España y Argentina, que habían sufrido dictaduras militares, daba mucho de sí. Y las diferencias en los sistemas de elección eran, en ambos casos, abismales. Fue así como aprendí lo que era el PASO argentino y no, no era el tango.

En diciembre de 2009 Argentina aprobó una nueva ley electoral (Ley 26.571 de democratización de la representación política, la transparencia y la equidad electoral). Allí se consagraron las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Es decir los partidos debían someter a los electores sus propias candidaturas internas (una o varias) en unas primarias en las que podía, y debía, participar todo el cuerpo electoral para elegir, previamente, la candidatura que posteriormente concurriría con el resto de las aprobadas en las elecciones oficiales. Digamos que se producen dos vueltas en las que todos los electores, siempre de forma obligatoria, votan en las primarias de los partidos primero, para después votar, de nuevo, entre las diversas candidaturas que han salido triunfadoras de las primarias, eligiendo así a las personas que irán finalmente a las instituciones. Este sistema, con sus carencias, suponía una importante aportación a los sistemas de primarias, todavía incipientes en la democracia española de aquel momento. A pesar de los múltiples defectos del PASO, y de los trucos de las formaciones argentinas para evitar una participación y control social de la ciudadanía sobre sus listas, no cabe duda de que la idea, en sí, es una inyección de fortaleza para la democracia y el sistema electoral hoy vigente.

Los partidos, tanto en España como en Aragón, no han sabido o querido abrir las primarias en su seno al conjunto de la ciudadanía. Hay tímidos compromisos que no acaban de llevarse a la práctica. Siguen siendo sus congresos o consultas internas las que deciden sus candidaturas. Y lo hacen con dos objetivos a veces contradictorios ¿una candidatura para el partido o para la sociedad? El PP en su último congreso ha preferido la segunda opción. Una persona para disputar a Ciudadanos el espacio más conservador y centralista. En la izquierda la militancia del PSOE enmendó la plana al aparato porque sabía que la sociedad demandaba echar a Rajoy y por eso eligió a Sánchez. Hoy está en La Moncloa. Podemos ha preferido fortalecer más el liderazgo interno afianzando a Pablo Iglesias frente a Errejón. Pero a su vez, en la alcaldía de Madrid, Carmena se sale de ese tablero de los partidos para acercarse a la ciudadanía madrileña en forma de agrupación de electores. ¿Y en Aragón? Todos los partidos se mantienen en la zona de confort y no habrá primarias abiertas en ningún caso. Sería interesante analizar y conocer la opinión, y el voto, del electorado en las primarias de los partidos a la hora de confeccionar esas candidaturas que ahora se deciden. Me centraré en las fuerzas de izquierda. Por ejemplo ¿cómo se valora en las primarias de CHA su acuerdo de coalición con el PSOE en el Pignatelli por parte de sus simpatizantes? Sin duda permitiría una puesta en valor del mismo al margen de posibles críticas. O ¿cómo ve el electorado de ZEC su estrategia de cambio municipal sin haber logrado acuerdos de gestión en la capital? Sería más útil una participación social activa para explicar, replicar o entender al actual equipo municipal que ha convivido entre el asedio político del resto de grupos y la incapacidad de gestionar su minoría con acuerdos. O veamos el caso del PSOE. Dos candidatas y un candidato para la alcaldía en primarias. Pilar Alegría, depositaria en la sede de Ferraz de los avales de Susana Díaz contra Pedro Sánchez. Y por otro lado Florencio García y Carmen Dueso. Serían más atractivas unas primarias abiertas para saber si los zaragozanos preferirían en la alcaldía a una candidata del nuevo PSOE o a alguien que quiso mantener en el gobierno al PP de Rajoy obligando a dimitir a Sánchez. No sé si los resultados de las primarias cambiarán mucho o poco, según sean abiertas o cerradas, pero de lo que sí estoy convencido es que mejora la participación política y con ello la democracia y la sociedad.

*Psicólogo y escritor