Rusia firma el protocolo de Kioto. Falta Estados Unidos, que es el que más y mejor contamina, recalienta, poluciona. Clinton quería firmar ese tratado para rebajar los humos mundiales, y por eso le salió el caso Lewinsky : le encorrieron por toda la banda hasta que se retiró, y lo que ha venido después ha sido Bush, un mero estertor, un disparate de hombre que reza antes de ordenar una masacre indefinida, reza y mata, pero no sabe encargar una auditoría, un estudio de mercado para la posguerra, un planillo para la reconstrucción. Sólo se preocupó de invadir, de ir a su bola, sin buscar el paraguas de la ONU, a la buena de Dios, y nunca mejor dicho. Y todo era para controlar el petróleo, la venganza, aunque fuera contra el enemigo equivocado, el caso es gastar. Ganó las elecciones de manera rara (Periferias.org, Huesca), con un surtido de trucos de tarjetas perforadas, tribunales y chapuzas. Ganó por puntos y en esta legislatura del tongo hemos ido tirando cuatro años de torres gemelas, atacando y defendiendo, mientras sube el Brent y el agua y el bus y la paquetería instantánea.

Menos mal que los pisos no se estancan, no se estanflacionan, pues estamos tan acostumbrados a esa espiral delirante, especie de fiebre el oro/solar, que si de repente se frenara no sabríamos qué hacer, qué pensar ni a dónde ir. Son detalles que marcan a fuego las décadas, trozos de adn de unas vidas más o menos paralelas, coincidentes, tangenciales en el fracasar diario. Se va hundiendo el mundo pero aguanta el precio de los pisos y esa es la única certeza kantiana que nos queda, lo que nos hace llevadero el lunes (sobre todo después de haber perdido en el Sardinero). Se acaba el agua fresca y el aire de Kioto y creemos que se va a arreglar cambiando la hora. Se arrancan por bulerías los quemadores de las calefacciones, tufarradas de fuel rancio, ya pasado de fecha, ya convertido otra vez en materia pleistocena, arrecia el calor de noviembre, pero Bush no firma Kioto. Saltan los balastos de esos aves chapuceros igual que las cenizas de los muertos del Yak se revolvían en sus cajas cambiadas: la chapuza siempre vuelve. Irak es una carnicería inútil. No hay nada más sano que perder unas buenas elecciones para darse cuenta de lo caro que sale mentir y marañar. Aunque el pucherazo es más probable en EEUU que en Afganistán.

*Escritor y periodista