La gestión de la Unión Europa en plena remontada contra la pandemia está desestabilizando la certidumbre de todos los países miembro en el futuro más inmediato. La parálisis en el envío de las ayudas multimillonarias por la crisis covid y la poca eficacia actual en el proceso de vacunación son dos tropiezos preocupantes. O mejor dicho: inquietantes. ¿Estamos ante un fallo sistémico de la Unión Europea?

La incertidumbre social de tantos millones de personas -y negocios- que no tienen más salida que confiar en el buen hacer de la maquinaria europea se dispara cuando no ven soluciones desde Bruselas. Ni un horizonte de compromiso político para dar estabilidad a la crisis de la pandemia. El recurso aceptado por el Tribunal Constitucional (TC) alemán sobre la legalidad de los fondos de recuperación, que suman 800.000 millones de euros, lastra las perspectivas económicas. Todo tiene que pasar por Alemania: La ley aprobada por el Bundestag es clave para que la Comisión Europea emita la deuda que financiará la recuperación.

Todos los países miembro, y sus regiones y comunidades, han armado sus cuentas públicas con la previsión de la llegada de este fondo que inyectará un estímulo económico histórico en plena recesión por el frenazo de la economía en pandemia.

¿Y si no llegan los fondos de recuperación? ¿Cuánto tiempo tardará el TC alemán en tomar una decisión? ¿Se pueden quedar los presupuestos de los países en papel mojado? Las dudas no se disipan y el temor ya es palpable en los mercados.

Esta incertidumbre aún es mayor con el fiasco de la campaña de vacunación. Israel, Estados Unidos o Marruecos ya vacunan a un ritmo más acelerado. O rozan la inmunidad de rebaño. En Europa los dirigentes de los países miembro no dan respuesta a cómo acelerar el reparto de vacunas o se centran en discusiones sin sentido con las farmacéuticas. Sin respuesta se alimenta el euroescepticisimo, y para ello sí que no hay vacunas.