Que la escritora zaragozana Carmen Santos es una novelista a tener en cuenta era algo ya sabido; y que en cada nueva publicación amplía el espectro de su universo literario, y los recursos de su técnica, también. Acaba de aparecer, y por su causa vuelve la autora al plano de la actualidad, un nuevo título suyo, otra novela, su segunda, larga y convincente novela: La cara oculta de la luna .

Los puntos fuertes de Carmen Santos, a la hora de narrar, estriban en la fluidez verbal, su facilidad escénica, en la naturalidad de los diálogos y en la recia --y al mismo tiempo, sutil-- armadura psicológica que confiere a sus personajes femeninos, a los que a menudo confía la conducción del hilo narrativo.

Los personajes masculinos de Carmen Santos están bien trabados --atención a Benito, el abogado zaragozano, entrañable, dicharachero, homosexual--, pero son sus mujeres, fuertes y débiles a la vez, acomplejadas, valerosas, inteligentes, discretas, llenas de deseo y pudor, de energía y sensibilidad, las que cimentan sus historias. Mujeres de carne y hueso a las que la vida, en la ficción, les depara de súbito una sorpresa, un sobresalto, una amarga decepción: momento en el que realidad y fantasía se confunden, y el libro suele nacer a su vida poética.

Paula, la protagonista de La cara oculta de la luna podría perfectamente ser un trasunto de su creadora. Una especie de alter ego en cuyo continente la autora se siente cómoda, pues experimenta, imagino, la tranquilidad de que su solapado personaje resistirá el largo camino literario a que se propone someterlo, o premiarlo.

La principal ventaja de esta voz narrativa, aplicada a la primera persona, reside en que las emociones, los sentimientos, las reacciones de la protagonista resultarán en todo momento veraces.

Paula puede experimentar, por ejemplo, durante la última escena situada en el parque barcelonés de El Tibidabo (en un claro homenaje a El tercer hombre ) un deseo sucesivo entre su marido y su amante, sin que por ello se resienta su lógica amorosa. Puede observarse a sí misma, analizarse fríamente, desde su adolescencia en Zaragoza, ciudad a la que llega como hija de la emigración, hasta su bien aprendido y sofisticado papel de mujer adulta, enamorada de su pigmalión, seguramente feliz, que camina hacia la plenitud confortablemebte instalada en una muelle existencia.

La trama de intriga en que esta ambigua mujer se verá envuelta, además de para mantener la tensión de la lectura, servirá para desnudarla psicológicamente hasta sus más recónditos resortes intelectuales y emocionales. Ese viaje interior a través de los conflictos de una mujer que puede ser muchas mujeres sostendrá la "otra" novela, acaso la más auténtica, la más profunda. Porque su autora, Carmen Santos, ha logrado entretener a sus lectores con un argumento de acción, de intriga, pero al final lo que nos está regalando es más bien su conocimiento de esa cara oculta de la luna que se esconde tras la sonrisa femenina, una parte revelada del misterio, la congoja y el gozo de la especie elegida.

*Escritor y periodista