Es normal, y necesario, que Aragón apriete al Ministerio de Fomento para que el futuro AVE low cost entre Madrid y Barcelona garantice parada en Zaragoza. Incluso después de que su titular, Íñigo de la Serna, asegurara en declaraciones a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN que se dará el servicio si hay demanda. Existe unanimidad política, social y económica en la comunidad sobre los beneficios que ha supuesto el AVE desde que comenzara a prestar servicios hace ahora quince años. Como ha venido ocurriendo desde entonces, tanto los sucesivos gobiernos centrales como Renfe han intentado unir las dos ciudades más pobladas del Estado sin paradas intermedias, o con el menor número de ellas, y de ahí que se construyera una circunvalación en Zaragoza, se planificara un apeadero y se previeran incluso más convoys directos de los que finalmente funcionan. Estos intentos han sido siempre en vano precisamente porque ha habido demanda suficiente. La mayoría de circulaciones entre Madrid y Barcelona, en cualquiera de sus dos sentidos, tiene parada en la capital aragonesa porque comercialmente conviene a la operadora. Es decir, que el criterio economicista ha estado presente en la explotación de los servicios de Alta Velocidad en España (otro análisis sería el retorno de algunas de las inversiones ferroviarias más recientes). Los datos están ahí: cada año, el AVE mueve un millón y medio de viajeros a Madrid y casi un millón a Barcelona desde o hasta la estación de Delicias: un 20% del total de usuarios de la línea. ¿Por qué no presuponer que con este volumen de tráfico la demanda de billetes más baratos está plenamente garantizada?

Además de protestar, el Gobierno autonómico tiene que unir fuerzas y poner esos datos sobre la mesa del ministro, esgrimiéndolos como poderosas razones. De la Serna se muestra tan decidido a que la prueba piloto del AVE barato, llamado EVA, cubra la línea Madrid-Barcelona como a que pare en Zaragoza si hay demanda, y se trata de demostrarle que la habrá. Tampoco estaría de más que los presentara a alguno de los operadores privados que a partir del 2020 estarán autorizados a operar la línea. Puede que aunque Renfe no vea negocio, a una empresa interesada sí le salgan las cuentas y ponga en marcha un verdadero AVE barato entre Zaragoza y el resto de principales destinos del país, aprovechando las horas valle con menos circulación y su posición estratégica.