Si usted tuviera todo el dinero del mundo, ¿se comportaría con los mismos códigos morales que el resto de la Humanidad? Quiero decir, que si además de ese dinero, dispusiera de un poder omnímodo en su país, si no hubiera nada que no pudiera adquirir cuando se le antojara, si la gente temblara a su paso porque con un mínimo gesto pudiera convertir cualquier existencia en polvo, entonces, ¿usted pensaría que la vida de un ser insignificante, periodista por más señas, no se puede aniquilar sin temor a las consecuencias? Ese tipo de poder, que antaño emanaba de la política, y hoy de las fortunas desmedidas, debe emborrachar hasta el punto de no medir las consecuencias, puesto que para usted nunca ha habido, ni habrá, consecuencias. Si con levantar una ceja pudiera desencadenar guerras; si su voluntad apenas tiene que ser sugerida para que alguien se adelante incluso a sus pensamientos; entonces ¿le sería fácil resistirse a actuar como un dios omnipotente? Pensamos que las leyes modernas nos protegen de ser ajusticiados arbitrariamente; confiamos en los poderes del Estado para que frenen los caprichos de quienes nos gobiernan. Y luego llegan personas como el príncipe heredero Mohamed bin Salman y deciden que la vida del periodista Jamal Khashoggi es prescindible. Presuntamente, por supuesto. El resto del mundo, mientras, mira a otro lado o se escandaliza en plan «Dios mío, qué horror». Pues a ver si ahora va a resultar que donde pensábamos que brillaba la justicia, lo que lucía es el resplandor de la corrupción moral alicatada en oro macizo. H *Periodista