Me niego a escribir desde la rabia, desde el dolor porque el sector al que represento, las residencias privadas que cuidan a las personas mayores de nuestra tierra, Aragón, son en estos momentos luz, solidaridad, amor, vocación y tantos calificativos positivos que las palabras se quedan tremendamente pequeñas en momentos como estos.

Las residencias de nuestra tierra son lugares en las que viven nuestros mayores bien cuidados, pero no son hospitales. La actual crisis que estamos viviendo por el coronavirus está sometiendo a una dura prueba sin parangón a instituciones, estructuras y entidades de todo tipo, y de manera muy especial al sector de atención a los mayores, que nos hemos visto obligados a redoblar nuestro esfuerzo diario porque debemos proteger a las personas más vulnerables, las que todo el mundo sabía desde un principio que tenían más posibilidades de fallecer, por su edad, por sus patologías previas. Sin embargo, nuestros profesionales están teniendo que batallar contra esta pandemia sin medidas de protección, a ciegas, sin test, pero con una fuerza y una valentía y, sobre todo, una vocación y amor al prójimo que no deja de sorprenderme por su capacidad de esfuerzo. En estos días están demostrando más que nunca que sus usuarios, las personas mayores, son para ellos su familia. Están siendo capaces incluso de abandonar a las suyas propias y encerrarse con ellos en los centros en una desesperada necesidad de evitar contagios y protegerlos. Se están enfrentando al miedo, a la muerte, a la enfermedad, de un modo mucho más descarnado de lo que tienen que hacerlo en su día a día.

Hay que llamarles valientes, heroínas y héroes, porque lo son. No hay que olvidar, además, que la mayoría de ellos son pequeños empresarios, emprendedores que han generado puestos de trabajo y vida en pueblos que sin ellos estarían abandonados, aún más despoblados. Hay que destacar, además, el esfuerzo que estas empresas realizan en formación continua de sus profesionales, trabajo por la excelencia e innovación en gerontología, por avanzar en la mejora de la calidad de vida de nuestros mayores en una sociedad, ya muy envejecida y en la que cada vez, seremos más longevos.

A veces se habla de las empresas de este sector como si solo quisieran ganar dinero a costa de dar un mal servicio a las personas que cuidan, se realizan afirmaciones tan abrumadoras en algunos medios que lo único que merecen son medidas legales como contestación. No entiendo el porqué de estas afirmaciones, está claro que están hechas desde el desconocimiento, pero además hacerlas en un momento como el actual me parece de una falta de ética sin precedentes.

Desde el sector privado de atención a las personas mayores solo pedimos que se nos trate con el respeto y el rigor informativo que merecemos. Somos un aliado esencial de esta sociedad para ganar la batalla que en nuestro caso nos está tocando vivir, cuerpo a cuerpo, con los más olvidados, las personas mayores. Esas personas que sus familias han dejado a nuestro cuidado porque confían en nosotros, porque saben que seguiremos luchando por ellos, por su dignidad, porque la edad no importa, todos somos personas.

Gerente de ARADE, Asociación Aragonesa para la Dependencia.