La recuperación de las riberas en el tramo urbano del Ebro es una de esas necesidades históricas que más agotan a los zaragozanos, porque llevan años viendo como administración tras administración va desinflando los proyectos más publicitados y los más comprometidos. Ni siquiera la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ha sucumbido a ese hechizo, y en junio, en una de las presentaciones en París de la candidatura de la Expo, se comprometió a "mejorar incluso" la propuesta que había hecho el Gobierno del PP para recuperar las orillas del gran río en Zaragoza.

En el proyecto de Presupuestos del Estado hemos visto como los compromisos ministeriales se pueden convertir en papel mojado, porque del rumboso compromiso de la ministra no hay la más mínima señal en forma de dinero contante y sonante. Ayer, el presidente de la CHE anunció (otro anuncio más) que el Gobierno central tiene intención de adjudicar el plan de riberas antes de 2005, pero no supo precisar quién pone el dinero, ni cómo ni cuándo. El Gobierno puede demostrar en los próximos días que su intención es seria. Bastaría con hacer un apaño como el que ha hecho en Fomento para que los zaragozanos tengan la garantía de que este compromiso sí tiene valor.