Vale, han decidido, han ganado las elecciones: hagan el estadio donde quieran. Romaredeando es un término nuevo/viejo que define esa actitud tan nuestra de marear la perdiz indefinidamente. Como en el Tubo. Aquellas interminables polémicas para ubicar las ventanas, las comisiones tipo Kafka para elucidar el sexo de los ángeles del parking. Tan nuestras. Total, que suelen ser polémicas eternas and superfluas, porque luego se planta un edificio en la Avenida de los Pirineos y se tapa la única vista razonable del Pilar, y se quedan tan anchos, y eso lo hace el mismo Gobierno de Aragón, sin más. De manera que llevamos arrastrando el nuevo estadio, sus maquetas, sus proyectos bofillianos, la UEFA, la FIFA, lo que sea, meses, años, mientras se va cayendo el campo del año 57, que sólo se aguanta ya por los asientos de plástico. Luego, la fachada del Tubo ha quedado sensacional, bajando por el paseo, con esa movilidad de Kandinsky, que los ojos hacen chiribitas y parece un cuadro, no ya el cuadro de los ciervos, ni el Gernika, sino una pantalla en carta de ajuste.

Romaredeando es remugar y no dar, pasar años en comisiones y en preliminarismos, debatir eternamente y no hacer. Y ahora ya no podemos permitirnos esos devaneos, pues va todo muy deprisa. Hasta lo que va despacio, va deprisa. Sería bonito hacer un estadio en los nuevos barrios, nuevos trozos de la megaciudad que ya es imparable desde La Muela hasta Utebo, no colapsar esa pastilla ya muy legionelada, muy colapsante, sería bonito buscar el consenso con los otros grupos políticos y la esponsorización global. Pero si no hay manera, si el empecinamiento sigue siendo la norma, háganla de una vez, aunque sea en la plaza del Pilar, no romaredeen más de lo razonable. No hagan el Tubo bis.

Romareando se nos pasa otro siglo. Hasta en la tele autonómica hay un cierto consenso que parecía imposible: tras décadas de reñir en vano, derribar gobiernos e incentivar el atraso audiovisual, los partidos han conseguido firmar un consejo, una corporación, lo que sea. Deberíamos aferrarnos a este logro de incalculable valor, a este hito (hitico) increible. Y usarlo en los otros temas romaredeantes. El agua y sus hilillos, el estadio... si total, son cuatro cosas. A ver si superamos el estado de romaredear sin hacer, el penelopismo inútil. Sentarse con las maquetas y barajar.

*Periodista y escritor