La concesión del I Premio Hélice de Novela ha deparado una extraordinaria sorpresa.

La novela galadornada, Century City, de Carlos Mateos, es un brillante ejemplo de escritura creativa, arriesgada y vanguardista. Respondiendo precisamente el espíritu con que el dinámico Grupo Hélice/Asociación de Autores de Aragón había convocado este concurso literario de revelación de nuevos talentos, con el apoyo de la Diputación Provincial de Zaragoza y del Centro del Libro de Aragón.

Un jurado de escritores, compuesto por Julio Cristellys, Miguel Carcasona, Javier Romero, David Lozano y Óscar Bribián apostó por Century City debido no sólo a sus valores literarios, sino a la audacia de su construcción, combinando distintos planos en las referencias de espacio y tiempo y jugando con diferentes lenguajes y géneros. Arquitectos que construyen Los Ángeles, ingenieros que colonizan Monegros, economistas, visionarios... Una fauna en apariencia dispersa que acabará encontrándose en los vértices de la ficción, como un haz de rayos finalmente imantados por un autor que sabía muy bien lo que quería hacer y cómo escribirlo.

Además de por los representantes institucionales (Jose Manuel Larqué, Humberto Vadillo y José María Moreno), en la presentación de la novela, que tuvo lugar en el Salón del Trono de la DPZ, Carlos Mateos estuvo arropado por numerosos autores, Jordi Siracusa, Magdalela Lasala, Gabriel Sopeña, Carmen Santos, José Luis Melero... así como por el director de cine Miguel Ángel Lamata, quien, buen conocedor de la aventura literaria de Mateos, hilvanó una divertida charla sobre sus orígenes, aficiones y méritos, felicitándole, y también a los promotores del Premio, por dar a conocer una novela que seguramente debería haberse publicado hacía tiempo, pero que por los avatares que fuesen no ha visto la luz hasta hoy.

Tanto Julio Cristellys, presidente del Grupo Hélice, que hizo las labores de presentador, como el propio Carlos Mateos analizaron a fondo las claves de la novela, pero es mejor que no se las desvele para que puedan sumergirse sin esas señales ni balizas en las aguas turbulentas de Century City, en sus extraños amaneceres, episodios y seres, en un ejercicio lector que tendrá asimismo mucho de creativo.

Enhorabuena.