Del legendario Julio Camba se cuentan tantas historias y anécdotas que darían para varios libros.

Además de los suyos, y de los miles de artículos que han sentado magisterio en el periodismo español, e inspirado a maestros del columnismo y el reportaje como González Ruano, Emilio Romero, Cela o Umbral, la vida de Camba dio mucho de sí, tanto casi como su talento.

Desde que nació en Villanueva de Arosa en 1884 hasta su muerte en 1962 en la habitación número 383 del Hotel Ritz, donde Camba residió a lo largo de sus últimos doce años, este inquieto gallego, superdotado para la letras, vivió infinidad de aventuras en infinidad de lugares, a cual más original o remoto.

Incluso le daría tiempo para escribir dos novelas cortas, El destierro y El matrimonio de Restrepo, un par de joyitas que Ediciones del Viento acaba de publicar en un sólo volumen, y en una maravillosa edición ilustrada por los dibujos originales, firmados nada menos que por Mira y Penagos.

El destierro, inspirada en la estancia de Camba en Argentina, adonde llegó con 18 años como polizón en un barco carguero, trata con ingenio el ideario y la utopía anarquista. La presencia en la ficción de líderes anarquistas históricos como Orsini o Mattei concede al relato un plus de autenticidad.

Del anarquismo, Camba saltará a la pequeña burguesía en El matrimonio de Restrepo, una crítica muy divertida, pero de fondo, sobre los cimientos del Estado y de las clases conservadoras.

Al margen de un notable escritor, Camba cultivó siempre un humor surrealista, a veces negro, siempre muy español, que contribuyó a convertirle en un personaje muy popular. Sus respuestas eran rápidas y a menudo hilarantes. Si le preguntaban, por ejemplo, si creía en el amor y en la amistad, su respuesta era: Creo en la amistad, en el amor y en el arroz a la valenciana. Si es tan difícil lograr un buen arroz, ¿qué diremos de los otros dos platos?

Otra pregunta, esta vez sobre matrimonio y divorcio.

Respuesta de Camba: El divorcio me parece una garantía del matrimonio, y no comprendo cómo los partidarios de éste pueden combatirlo. Por mi parte, opinando del matrimonio más o menos lo mismo que un salmonete de las pescaderías coruñesas, soy enemigo acérrimo del divorcio". No se lo pierdan.