Aunque los políticos todavía no nos han explicado cómo, la España autonómica podría dar paso a una España federal. De ser así, habría que conceder finalmente la razón al viejo Pi i Margall, padre del federalismo, y una segunda oportunidad a esta fórmula de convivencia política.

La Primera República fracasó en España por numerosos motivos, pero a la luz del tiempo podemos contemplarla como un intento conmovedor de modernizar un país anclado en la edad media. Con una reina, Isabel II, cuya biografía causa sonrojo, y con unos cuantos militares, Espartero, Serrano, Pavía, sucediéndose en los gobiernos, en los golpes de Estado, en el lecho de la monarca.

Aquellos turbulentos años que transcurrieron entre la abdicación de Isabel II y la de Amadeo I de Saboya fueron fértiles en episodios locales de orden público que una veces terminaron en reyertas y otras en cantonalismos.

Uno de esos lances menos conocidos fue la llamada Guerra de los siete días, un movimiento vecinal insurgente que se produjo en Barcelona en abril de 1870.

La orden del general Prim de levar tropas a Cuba causó tan profundo malestar en el distrito de Gracia que sus habitantes alzaron barricadas y se levantaron en armas, desafiando al gobierno y al capitán general de Cataluña, Eugenio de Gaminde, quien envió tropas para sofocar la revuelta liderada por un tal Francisco Derch.

El diario de este joven revolucionario acaba de aparecer para caer en manos de una escritora a la que de ahora en adelante habrá que seguir con atención: Carla Gràcia Mercadé. Una joven autora barcelonesa que en Siete días de Gracia (Grijalbo) se ha atrevido a contar la historia de este levantamiento contra las quintas en clave de novela histórica, bien ambientada y mejor escrita. Añadiéndole en la ficción el protagonismo de una familia catalana, los Lledó, arquetípica de lo que iba a ser la primera revolución industrial. Un clan rico y dividido donde la pasión de los hijos varones se exaltará en una misma mujer, dando paso al melodrama.

Una novela tejida en el mismo año, 1870, en que el general Prim encontraría la muerte a manos de unos sicarios. La mano negra que movió los hilos del magnicidio sigue oculta tras el misterio.

Mientras se resuelve, podemos conocer mejor la época de la mano, de la pluma de Carla Grácia Mercadé.