No parece que a Unión Fenosa, a Luis Aragonés y a los ultras del Bernabéu les interese mucho la concesión a Madrid de los Juegos Olímpicos del 2012. A Unión Fenosa se le incendian las subestaciones (dos en cuatro meses) como si sus descomunales beneficios no le alcanzaran para garantizar a sus clientes un suministro eléctrico en condiciones y a los madrileños una vida ordinaria sin ese plus de sobresaltos. Algo tendrá que hacer el Gobierno, ciertamente, para que la compañía se sienta obligada a invertir en mantenimiento lo necesario para operar con garantías en la capital de España pero no creo que pueda hacer mucho para introducir en la mente del seleccionador nacional de fútbol un poco de morigeración y de cordura. Para introducir eso mismo en los caletres (ya que no mentes) de los ultrasures, el gobierno sí que no puede hacer absolutamente nada. Alguien tiene que decirle algún día a Aragonés que sus golpes de humor no tienen maldita la gracia. El colmo del dislate fue que también pasó inadvertido el comportamiento brutal de los británicos sobre el césped, en tanto que la candidatura olímpica de Londres, rival de la madrileña, salió fortalecida. Hay que ver de lo que es capaz un tío sin gracia.