Acaba de conmemorarse, más bien virtual, el Día de las Escritoras, una iniciativa que en España se celebra desde 2016.

Cuatro años antes, la Diputación Provincial de Zaragoza se había adelantado a la necesidad de reconocer el trabajo de narradoras y poetas con su Ciclo “Escritoras españolas”, que viene celebrándose con éxito y contribuyendo a dar a conocer la obra de escritoras muy distintas entre sí, pero unidas por esa endémica marginación que, si bien ha disminuido en los últimos tiempos, todavía arrastra algunos de sus viejos vicios.

Mi particular celebración de esta reivindicativa fecha me ha servido para descubrir, leyéndola a conciencia, a una intensa e interesante autora afroamericana, Bell Hooks, traducida por primera vez al castellano por Gemma Deza Buil, para el sello Consonni.

Su libro ¿Acaso yo no soy una mujer? es una denuncia de lo que supone ser mujer negra en los Estados Unidos. No en los del Tío Tom, sino en los del Tío Sam, o en esta misma Norteamérica de ese tío que ha decorado la Casa Blanca con una esposa que simboliza cuanto Bell Hooks quisiera no ser.

Y, sin embargo, toda su contenida rabia, sus justas quejas y demandas de justicia, argumentadas social e históricamente no se han expresado en las calles. La mujer negra, nos dice Bell Hooks, guardaba y guarda silencio. En un momento como el actual, con el fantasma del racismo recorriendo el país, con un machista en el poder, se queda en casa, callada. ¿Por qué? “Porque no concebimos nuestra condición de mujeres como un aspecto importante de nuestra identidad”, asegura Bel Hooks. “Porque la socialización sexista y racista nos ha condicionado para devaluar nuestra condición de género y contemplar la raza como la única etiqueta identificativa relevante”.

Hooks es también cáustica con el movimiento de liberación feminista se hallaba en su momento álgido y las mujeres blancas rechazaban el papel de criadoras y bestias de carga y objeto sexual, se ensalzó a las mujeres negras “por su devoción a la maternidad y su capacidad innata para soportar pesadas cargas”.

Una crítica en profundidad contra “el patriarcado capitalista—supremacista” blanco y el desprecio de las cuestiones de raza y clase dentro del feminismo.