En pocas horas, los hospitales Clínico y Miguel Servet completaron sus reservas de sangre ante la posibilidad de que fuera necesario reforzar los recursos de Madrid. Cientos de aragoneses respondieron a la llamada de auxilio y llegaron a formar una auténtica avalancha humana en los centros sanitarios. Y otro tanto ocurrió ante la Unidad Móvil de los Donantes de Sangre, ante la que se formaron colas de ciudadanos que soportaron el frío pacientemente hasta que les llegó el turno de la extracción. Toda una lección de ciudadanía que se repitió en todas las ciudades españolas.