Parece razonable que los taxistas zaragozanos quieran negociar reajustes al alza en sus tarifas. Es la consecuencia natural de los incrementos que a su vez están sufriendo los carburantes. Sin embargo, sería bueno que dicha negociación atienda diversos conceptos para minimizar la subida y simultáneamente mejorar tanto el servicio como las condiciones de trabajo y los beneficios de los profesionales que lo prestan.

El taxi, como el transporte público colectivo, debería estar en auge porque la ciudad habría de restringir con decisión el uso masivo en sus calles del coche particular. Si el tráfico rodado estuviera en otras condiciones, las carreras costarían menos, los taxistas trabajarían más y las tarifas podrían mantenerse en niveles más contenidos. Este es un factor esencial. De otra parte, el sector debe esforzarse por prestar el mejor servicio posible, tanto en lo que se refiere a la categoría de sus vehículos y al estado del interior de los mismos como a la atención directa al cliente.

Ayuntamiento y profesionales han de acometer las negociaciones con estos criterios generales y con una visión estratégica que comprometa a ambas partes. Sería lo mejor para todos, usuarios incluidos.