El primer martes después del primer lunes de noviembre de cada año bisiesto los estadounidenses están llamados a elegir presidente. Me gusta la fórmula decimonónica por lo que conlleva de tradición y porque evita rumores sobre posibles fechas en las que se convocarán comicios. Las razones del procedimiento tienen su origen en la sociedad agropecuaria del siglo XIX y en motivos religiosos. Claro que, hoy en día, más que favorecer el voto masivo pareciera querer promover la abstención. Así son en los Estados Unidos de América, donde piensan que, si algo funciona, para qué vas a cambiarlo, aunque aprecien que cada vez es menor el porcentaje de personas que se involucra en la elección presidencial.

El actual ocupante de la Casa Blanca, conocido por preferir la muerte, antes que permanecer callado, tras burlarse y minimizar los efectos de la pandemia que amenaza al mundo, propuso, vía tuit, alargar su mandato y celebrar votaciones cuando el virus inexistente lo permitiera. Afortunadamente, la decisión no le corresponde a él. Alegaba que el sufragio por correo se presta al fraude y a la manipulación. Él sabrá de fraudes de manipulaciones. No lo digo yo, lo dicen sus ex- asesores que lo conocen de cerca.

Diréis que a mí me incumbe este asunto tanto como el traspaso de . Pues no, vivo con la pasión de un campeonato cualquier contienda electoral. Paso en vela la noche en la que se desgranan los resultados de unas elecciones generales o autonómicas y, por otra parte, las decisiones que tomen en Minnesota o en Wisconsin, me acaban afectando tanto como las que sirven para elegir al gobierno de mi municipio.

Hace décadas que podríamos realizar de manera telemática los sufragios de todo tipo. Claro que conllevan ciertos riesgos, como los conlleva el método tradicional. Usamos la banca electrónica, en la que nos piden hasta tres claves por diferentes vías para transferir 20 euros, y nos permiten, si desconfiamos, o simplemente no manejamos la aplicación, visitar la oficina bancaria, lo mismo que podemos recurrir a la urna tradicional, a la cabina cerrada y a la papeleta.

ha ejercido su mandato a golpe tuit, ha insultado, escandalizado y, posteriormente, rectificado sin mover el trasero de su poltrona. Si todo un presidente de los Estados Unidos puede realizar manifestaciones que afectan al orden internacional y pontificar sobre temas de salud mundial, tal vez algunos ciudadanos familiarizados con aplicaciones, claves y demás, pudieran probar a ejercer su derecho, no solo para elegir a su presidente, sino, por ejemplo, para opinar sobre la tenencia de armas, la sanidad universal, la emigración o cualquier otro asunto que le inquiete, así en los USA como en Borneo. H