El curso escolar está dando los últimos coletazos y empieza a oler a evaluaciones por todas partes menos por una, llamada SCR (Sociedad, Cultura y Religión, también conocida como Alternativa a la Religión, que debe estudiar el alumnado que no elige la asignatura de Religión y Moral Católicas). La jerarquía católica lo ha conseguido finalmente con la LOCE: la Religión es una asignatura obligatoria, evaluable y que cuenta para la nota media del curso y del expediente escolar. Resulta difícil de imaginar en qué consiste un aprobado, un suspenso o un sobresaliente en religión, aunque esa asignatura poco tiene que ver con el hecho y la vivencia religiosa (hágase una encuesta al respecto al alumnado), y mucho que ver con el poder sobre el dinero público y sobre las conciencias de tantos. No hace mucho un colega comentaba que, por ejemplo, Jesús de Nazaret o Pablo de Tarso seguramente serían expulsados cada día de la actual clase de Religión. Otro colega añadió que sería muy interesante constatar cuál sería la postura de los mismos de haber asistido a la boda de Felipe y Letizia en la Almudena, perpetrada por el señor Rouco Varela.

No son pocos los ciudadanos que, tras pocos días de haber ganado las elecciones los socialistas, ya se temen lo peor, y es que la jerarquía católica hispana tiene como un tic en sus entresijos político-morales en cuanto atisban en el poder cualquier cosa que les parezca izquierdosa (de ahí los ocho años de calma chicha con el matrimonio fiel y bien avenido entre el PP y la Conferencia Episcopal). El último chaparrón ha venido con el asunto del uso de embriones para reproducción asistida, la ampliación de los supuestos del aborto y el matrimonio entre homosexuales. Ni que decir tiene que a los señores obispos hispanos les asiste el derecho de pensar y decir cuanto consideren conveniente, siempre dentro de los límites de los derechos y obligaciones contemplados en nuestra Constitución. Sin embargo, les ha dado un nuevo ataque de tics, y han vuelto a desempolvar sus planteamientos seculares: según ellos, las antedichas propuestas socialistas suponen una quiebra del Estado de derecho pues atentan contra los fundamentos mismos de ese Estado de derecho. En otras palabras, ellos creen ser poseedores y defensores de la madre de todas las leyes (la suya, la divina), a la que tienen que estar subordinadas todas las demás, incluida la Constitución. O sea, todo poder que se oponga a sus criterios morales carece ipso facto de legitimidad.

LA COSA NO tendría demasiada importancia si se tratara única o principalmente de un asunto de creencias e ideas, pero España conoce los riesgos que conlleva semejante actitud fundamentalista y constantinista de los jerarcas católicos: en más de una ocasión en la historia de España, a veces tan asfixiante y roñosa, convencidos de la ilegitimidad del poder vigente en aquellos momentos, han llamado a una santa cruzada, han bendecido a una parte de los que se habían liado a tiros a resultas de ello, han colocado bajo palio al dictador victorioso, han dotado de justificaciones ideológicas a regímenes asesinos y perversos, y sanseacabó. Alguien podrá decir que todo ello ya está caducado y corresponde a un pasado del que todos hemos pasado página hace ya muchos años, pero a la vista de los tics (¡los mismos!) del episcopado español, de sus declaraciones de legitimidad e ilegitimidad, de tantas guerras fratricidas y golpismos reaccionarios, la cosa no es para tomársela completamente a broma.

OTRO AMIGO y colega me enseñó el otro día una especie de manual para realizar la tutoría en la Educación Secundaria (concretamente, el Cuaderno del alumno correspondiente a 4º de la ESO), escrito y publicado por personas y organismos (ICCE) vinculados a instituciones católicas. En ese Cuaderno, hay un capítulo dedicado a "los valores y contravalores". Pues bien, entre los "valores religiosos trascendentales" pueden leerse: "Cultivar y vivir la espiritualidad,... vivir lo que se cree,... o vivir y expresar la fe". Pues bien, ¿saben ustedes qué "contravalores" quedan allí reseñados y asociados? Aquí tienen unos cuantos: "Ateo, agnóstico, materialista. Hipócrita, falsario, embaucador. Alienado, desentendido de la realidad presente. Fanático, ritualista, supersticioso".

No son sólo tics, sino también flagrantes traiciones del inconsciente, amagos nostálgicos de retorno al pasado y toscas manipulaciones de las mentes. Y es que no aprenden, porque no quieren aprender y están convencidos además de que lo suyo es adoctrinar ex catedra (a diestro, que no, ¡faltaría más!, a siniestro).

*Profesor de Filosofía