La fiesta de la Cincomarzada dejó, como cada año, en el zaragozano Parque del Tío Jorge 32.000 kilos de basura. Igualmente, con motivo de la conmemoración del 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, aparecen cada año toneladas de basura hedionda.

Así, hemos vuelto a recordar que un tercio de las mujeres en el mundo sufre malos tratos, principalmente a manos de los miembros de su propia familia, de tal forma que la violencia de género es la primera causa de muerte e invalidez entre las mujeres de entre 16 y 44 años, por encima incluso del cáncer o de los accidentes de tráfico.

Esa basura, esparcida a lo largo y ancho del mundo, también está presente en nuestro entorno más cercano. Así, según la última Encuesta de Población Activa correspondiente al último trimestre del 2003, dos tercios de los desempleados en Aragón son mujeres. Igualmente, la semana pasada apareció un estudio estadístico titulado "Violencia contra las mujeres. Zaragoza, tú qué opinas", llevado a cabo por el Centro de Educación de Adultos Juan José Lorente, y que forma parte de un amplio estudio europeo, cuyos datos producen desolación y pasmo: más del 30% de los varones de la ciudad de Zaragoza, de entre 26 y 45 años encuestados, cree que la mujer maltratada no se separa de su pareja porque saca algún provecho y el 21% de los hombres de toda la provincia opina que a las mujeres que sufren la violencia doméstica "les gusta el maltrato, son tontas o consiguen algo a cambio ya que, si no, se marcharían de casa".

A LAS PUERTAS de las elecciones generales del 14 de marzo, no estaría mal que analizásemos con cuidado ese topicazo de "España va bien" y dedicásemos unos minutos a dilucidar el significado real de "ir bien".

Por mucho que nuestros gobernantes nos prometan el oro y el moro en macroeconomía, educación, sanidad o vivienda, hay ámbitos en la vida que son prioritarios para el bienestar global de los ciudadanos: el respeto a los derechos básicos, la erradicación de todo tipo de violencia, la igualdad entre los seres humanos, la libertad de cada persona para ser y actuar como considere oportuno, y un largo etcétera más. Tanta basura acumulada sobre tantas mujeres debería ser, pues, un motivo de alarma y de acción inmediata para nuestros dirigentes y la sociedad en general.

El mencionado estudio pone los pelos de punta cuando revela que casi un 11% de los hombres e incluso un 2,26% de las mujeres cree que si una mujer es maltratada es porque "algo habrá hecho". Movidos quizá por un exceso de optimismo, algunos han llegado a pensar que, a pesar de todos los pesares, el machismo es una plaga en vías de extinción, pero las cosas no resultan tan sencillas ante el dato de que un número tan considerable como preocupante de chicas jóvenes zaragozanas, entre 18 y 25 años, parecen asumir la cultura machista sin grandes problemas.

Así, por ejemplo, un 9,4% de las mujeres de Zaragoza capital opina que una mujer debe aguantar el maltrato en aras del bienestar de sus hijos, ya que para ellas es preferible que los niños tengan un padre a su lado, aunque éste resulte ser un energúmeno.

POR OTRO LADO, el 50% de los hombres de Zaragoza capital con edad comprendida entre los 26 y los 45 años, manifiesta una visión más que comprensiva del problema de los malos tratos infligidos a las mujeres y de la violencia doméstica: para ellos, se trata sólo de casos aislados, debidos a pérdidas esporádicas de control, pues en muchos casos el maltratador está simplemente mal de la cabeza o demasiado bebido.

El estudio revela además toda una bomba de relojería, que invita a cualquier cosa menos al optimismo: el 39,3 % de los varones opina que la posibilidad de que el maltratador (los encuestados dan importancia sobre todo al maltrato físico) modifique su talante y su conducta es primordialmente una cuestión de tiempo. Como guinda final, el 25% piensa que las mujeres maltratadas suelen pertenecer a grupos y ambientes con problemas económicos o sociales, o a determinados grupos étnicos.

En resumidas cuentas, con o sin trasvase del Ebro, déficit cero, las viviendas de protección oficial que se proyectan, ordenadores en las escuelas, mientras persista la basura de la violencia contra las mujeres y tanta desigualdad de género, España no va ni remotamente bien. Y Aragón, tampoco.

*Profesor de Filosofía