Este año la Feria Internacional de Arte (Arco) ha vuelto a realizar acciones llamativas, a diferencia de los años 80 que incorporaba «extraterrestres» entre los visitantes o instalaban canes con cuchillos clavados en una montaña de pimentón, ahora se dedica a censurar una obra del artista Santiago Sierra por los polémicos motivos suscitados en los medios de comunicación porque, según la organización de IFEMA, estaba perjudicando la visibilidad de las demás obras expuestas. ¿Qué han querido los medios? Lógicamente centrarse en la obra de Sierra, es la noticia, dejando al resto de la feria en un plano invisible, por lo que se han hecho un flaco servicio, no solo a la propia imagen de Arco, sino al resto de las obras expuestas. Censurar una obra de arte dentro de un contexto artístico, siempre ha sido una maniobra fallida, suele tener como resultado conseguir los objetivos, la mayoría de las veces, mercantilistas, trazados por el propio artista o por la galería que lo representa, y lo hemos comprobado con la elevada cuantía de la venta de la obra de Sierra que luego ha sido utilizada, por su comprador, con fines espurios. Si esa obra se hubiera expuesto los cinco días que dura la feria, posiblemente hubiera pasado desapercibida. Muchos artistas intentan sobresalir presentando obras conceptualistas que, ríanse de Marcel Duchamp, como la popular artista Millie Brown cuyo proceso de creación consiste en ingerir bebidas con colorantes que luego provocándose el vómito lo derrama sobre el lienzo; ese efecto Dripping que ya hacía Pollock en los años 40, lo convierten, los artistas de hoy, en una carga filosófica que invita a adentrarnos en Platón, Engels, Nietzsche o a quien consideremos, si no lo hacemos pasaremos por una visión de puro escaparate, que seguramente es de los que se trata. H *Pintora y profesora