La cordillera pirenaica es una de las zonas más despobladas de Aragón, según el último mapa demográfico. Pero, aún podría serlo más si no hubiera sido por la iniciativa emprendida en los años 90 por unos pocos que creyeron en el turismo rural. Una prueba de ello es el Sobrarbe, una comarca que gracias a esta apuesta que genera riqueza, mantiene vivas 26 aldeas y en pie numerosos edificios. Y además crea marca territorio.